La estación a la que nos referimos es la de "quebarantos y testimonios", sin remitirnos sólo a una obra antológica de Hernández, sino que de la época y de la visión de mundo que se vió afectada por estos andenes.
Pues bien, a la llegada a esta estación nos encontramos con la mejor sorpresa que nos puede traer este viaje poético, la postulación al Premio Nacional:
Carta de presentación de Sergio Hernández Romero al Premio Nacional de Literatura 2008.
Sres. Jurado,
De nuestra consideración:
Tenemos a bien realizar la presentación de Sergio Hernández Romero al Premio Nacional de Literatura del presente año, en honor a los innumerables méritos que el Poeta tiene a su haber, en la que ha sido una incansable labor dedicada a las letras tanto en el ámbito de la creación literaria como en el de los estudios académicos.
Sergio Hernández nace en la ciudad de Chillán en 1931 y es parte de la denominada generación del 50. Estudia Pedagogía en Castellano en el Pedagógico de la Universidad de Chile, gana el premio FECH de poesía en 1954, obtiene una beca para realizar estudios de post-grado en Literatura en España en 1957. Publica su primer libro en 1959, “Cantos de Pan”, y en 1965, su segundo libro de poesía: “Registro”, donde el poeta Pablo Neruda le dedica estas palabras, a modo de prólogo, que vienen a señalar algunos elementos principales de su poética: “La poesía de Sergio Hernández es canto que corre, cristal que canta. /Proclama sencillas riberas en que se entrelazan la menta y el orégano. /O incursiona entre los muros y nos relata mínimos secretos, gotas del alma, papeles del olvido. /O atraviesa la congoja sin que se perturben sus alados quilates porque cantando continúan su fresquísima hermosura (Isla Negra, 1965)”.
Desde sus primeras incursiones, Hernández destaca como un Poeta de excepción. Lo confirman los comentarios que le dedican Alone, Ricardo Latcham, Raúl Silva Castro, Benjamín Subercaseaux, Andrés Sabella, Mario Bahamondes, Carlos René Correa, Ignacio Valente, Jaime Valdivieso, Fernando Quilodrán, Mario Rodríguez y tantos otros más.
Sumado a esto, es necesario mencionar su larga trayectoria como Profesor de Literatura en diversos planteles universitarios a través de nuestro país: La Universidad de Chile (sedes de Valdivia, Antofagasta y Chillán), la Universidad de Talca y la Universidad del Bío-Bio, en lo que significó cerca de 40 años de docencia académica, y que le valió la invitación a formar parte como miembro correspondiente de la Academia Chilena de la Lengua, transformándose así en el primer chillanejo en recibir tal distinción.
Entre sus premios más relevantes se encuentra el haber recibido el Premio Municipal de Arte de Chillán (1968), el Premio Luis Tello de la Sociedad de Escritores de Valparaíso (1972), el Premio a la Trayectoria en el campo de las Letras 1997 (otorgado por el Consejo Nacional del Libro y la Lectura del Ministerio de Educación), y el Premio Regional Baldomero Lillo 2005 (otorgado por el Consejo Nacional de Cultura y las Artes, Región del Bío-Bio).
Hernández es una de las voces mayores de la poesía chilena en la actualidad. Su obra está siendo objeto de preocupación y estudio, tanto dentro como fuera de nuestro país. Un autor que no se ha promocionado, que no ha desarrollado un trabajo de auto-publicidad cae indefectiblemente en el olvido. Más, si su opción de vida le impone vivir y deambular en la provincia de nuestro país. No obstante lo anterior, Hernández ha sabido mantenerse dentro de una saludable vigencia, hecho que le ha permitido ser depositario del afectuoso rescate y el interés de las generaciones jóvenes ligadas al mundo de las universidades y el arte (véase por ejemplo, la página web que le creó la Escuela de Diseño Gráfico de la Universidad del Bío-Bio: www.ubiobio.cl/hernandez/).
Su trazo poético que huye del excesivo retoricismo, trabaja en torno al material vivencial, haciendo gala de un lirismo puro y coloquial, transformando sus textos en mensajes de profunda humanización. Sus temáticas son variadas: vida, muerte, amor, existencialismo, infancia, etc. Jamás cede en su empeño a la reflexión y a la búsqueda de la belleza que refleja la sencillez en el habla, hecho que le ha permitido lograr la universalidad a través de un discurso que de manera transversal, puede ser leído, entendido y disfrutado por cualquier lector, en cualquier latitud, no sólo de nuestro país, si no del mundo.
La aparición de su obra, se completa con la publicación de “Últimas señales” (1979), su libro “Adivinanzas”, construido especialmente para niños y que ha visto varias re-ediciones (1978, 1998 y 2005), además de las versiones antológicas como “Quebrantos y testimonios” publicado en México en 1993, y “Sol de invierno” publicada por la Universidad del Bío-Bio en el 2002.
Por todo lo anteriormente expuesto, es que tenemos el honor de presentar la candidatura del poeta Sergio Hernández Romero al Premio Nacional de Literatura 2008, como una forma de merecido homenaje a su obra y trayectoria realizada y construida desde la provincia de nuestro país.
Firmaron este documento:
Elgar Utreras Solano, Director de Ortiga Ediciones.
Diana De la Fuente Ortega, Relacionadora Pública de Ortiga Ediciones.
Hugo Quintana, Editor de Ortiga Ediciones.
De tal forma que un primer andén fue la poesía de provincia que llega a la capital y cuya estación alberga a pasajeros tan relevantes, a saber: Mistral, Neruda, Huidobro, De Rokha, y, por cierto Parra.
De tal modo que, al arribar en
dicho vértice, emerge un sujeto trazado, escindido, estremecido por el umbral de la muerte y, con similar intensidad, maravillado por la misteriosa belleza de lo que nace, florece y muere(Luis Ernesto Cárcamo, Diario La Época. 1994)
Especialmente,
Sergio Hernández ha sabido, sabiamente, mantenerse a distancia de Nicanor Parra. sin embargo en algunos casos lo super. Hernández es un poeta del dolor, de la ternura, del amor a sus semejantes, de la solidaridad, de un gran humanismo. En suma, Hernández ha sabido, por medio de un ejemplar oficio, transformar lo más íntimo en materia de interés de todos.(Jaime Valdivieso, "Dos poetas", 1993.)
Bien, he aquí entonces un primer fragmento del símbalon, o sea, Hernández con la tradición literaria chilena y nosotros con la nueva visión de mundo; y por qué no , una nueva misión poética de esta parte del mundo, que no sólo propone a Sergio Hernández Romero al Premio Nacional de Poesía, sino que a la poesía como el camino más antiguo para re-unir al símbalon. Y que en esta revista no sólo es poética sino también lingüística, puesto que la forma evidente del poema es la aplicación del lenguaje como expresión de la afectividad y de la efectividad en el sistema lingüístico escrito. Es por ello que hoy queremos acceder a otro andén de la estación, pues sin ella no tendríamos apropiación estética ni teórica escrita; ya que, según Bally, la posibilidad es “como depósito organizado por posibilidades expresables en el habla, pero sistematizables a nivel de la lengua”. Pues bien, como ya se observa,
la lengua no es sólo un instrumento de comunicación llano, sino uno muy activo y expresivo; en consecuencia podemos concluir que “entre el pensamiento y las estructuras lingüísticas que lo expresan existen vínculos naturales, una especie de adecuación de la forma al fondo, una aptitud natural de la forma para expresar ciertas categorías del pensamiento.(GUIRAUD, Pierre (1956) La estilística. Buenos Aires. Editorial Nova. P. 57.)
Muy importante también es el conocer e intercambiar lo nuevo tanto en narrativa como en poesía, tal es así que quisimos iniciar con un fragmento escogido de Bolaño, en narrativa, y con una muestra de dos poetas noveles, Quintana y Utreras, que están acrecentando el parnaso desde la provincia, desde la región.
¡Pues bien, ahora sí re-uníos todos en el símbalon de la literatura y la lingüística, en ésta, la mejor forma, SyMb@lEiN!
Jorge Rosas Godoy.
Creador
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