viernes, 11 de julio de 2008

LiTeRatUra: ensayos, artículos, reseñas.


Un poeta de provincia.

Por Hugo Quintana
Editor de Ortiga Ediciones.


Personalmente, prefiero a aquellos poetas que son capaces de vivir la vida sin tanto sobresalto o ademán inútil, aquellos que no andan por ahí con la siempre discutible intención de atraer el ojo de cualquier lector en época de vacaciones. Prefiero los poetas que detestan el ruido excesivo, que escriben desde cualquier lugar íntimo, reducido, y que jamás transan sus humanidades para conseguir algo de figuración pasajera. Prefiero los poetas sin segundas motivaciones.

Y Sergio Hernández (Chillán, 1931) es un fiel representante de aquesta noble estirpe. Hernández es uno de esos poetas huidizos que se escabullen con facilidad, en una acción casi tránsfuga del que ha preferido esconderse en la provincia de nuestro país, una acción del que ha querido ausentarse de todo el tráfago constante en la que ha devenido el ejercicio de nuestra literatura.

Hernández es un poeta del “casi” silencio, con una obra pequeña (de libros, de páginas), pero de gran altura y al mismo tiempo profundidad en cuanto a su dimensión humana, que por carecer de una “auto” promoción, o promoción (a secas), no ha recibido la atención de los frenéticos lectores de las grandes urbes, pasando –lamentablemente- desapercibida, inmutable, totalmente inexistente para una gran mayoría.

Muchos poetas jóvenes y varios no tan jóvenes, nunca le han oído mencionar siquiera. Y su aporte corre el riesgo de ser desatendido o subvalorado.

En algunas ocasiones, incluso hasta se puede hablar de mezquindad. El poeta, el profesor de literatura que integrara los planteles de ciudades como Valdivia, Antofagasta, Valparaíso, Talca o Chillán, actualmente, es un “desconocido” para buena parte de nuestro país, y por lo mismo, se le ha negado el lugar de relevancia que debiese ocupar dentro de nuestra galería poética.

No son pocos los “notables” que se han referido a su poesía, desde el mismo prólogo que le escribiera Pablo Neruda a su libro “Registro” (Editorial Nascimento, 1965), a las notas hechas por Alone, Jaime Valdivieso, Mario Rodríguez, Hernán Lavín Cerda, etc. Es alguien que cuenta con el respeto y el cariño fraternal de varios importantes poetas y escritores nacionales -cosa que he podido constatar directamente-, pero también es alguien a quien se le restan méritos con demasiada liviandad a la hora de considerarlo como una de las voces mayores de nuestra poesía. Una paradoja absurda que –en cualquier caso- todavía no he podido masticar.

Quisiera que al minuto de citar nombres para un Premio Nacional de Literatura, pues apareciese entre los “posibles”, aunque sé demasiado bien que por no andar “candidatéandose”, nunca va a estar entre los 5 autores que siempre saltan a la palestra. ¿Cuál sería entonces el camino a seguir para que hubiese algo más de justicia para con su obra?.

La primera “defensa” que me veo en el deber de levantar es el tema de la extensión, porque Hernández -efectivamente- ha desarrollado una obra breve, pero no menos importante. No son pocos los casos de autores que con una escasa obra, han inscrito sus nombres como “grandes” dentro de la memoria universal de la literatura: Jorge Manrique o Juan Rulfo, son dos ejemplos de lo anterior.

Han sabido manejar muy bien lo que han escrito, han estado conscientes, han tenido la prudencia para dejar salir, para imprimir estrictamente lo necesario, lo que ellos han encontrado útil hacer público. Esa extraña lucidez les ha permitido adquirir un peso, una relevancia en el contexto de la literatura universal; pero a Hernández, a la hora del “ruido”, pues le ha jugado en contra, debido a que precisamente estamos en una era donde la publicidad lo es todo.

Un segundo punto de vista, dice relación con la influencia, la prestancia que tiene como sujeto, la cercanía de la que es capaz para dialogar o participar en un intercambio de ideas, cosa que es tremendamente interesante para las generaciones jóvenes. Quizás si el maestro, el profesor universitario se deja entrever en esta actitud, en esta perseverancia. Jamás he oído de alguien a quien Hernández, no haya prestado la debida atención, respondiendo cuanta pregunta o inquietud se exponga en materia de literatura o de otras corrientes de conocimiento, convirtiéndose -virtualmente- en una suerte de puente, de vínculo con la memoria histórica que este país -en muchas ocasiones- se empecina en ignorar.

Sus palabras siempre fueron objeto de aprendizaje. Digo esto, como alumno, como discípulo suyo, en algo que él –afectuosamente- denominó como la “poetansia”, grupo que integráramos Jorge Rosas, Pablo Troncoso, Elgar Utreras y quien suscribe este comentario. El factor estilístico de la construcción poética, el tono, la manera de educar y flexibilizar la pluma. El ritmo, la melodía, el contenido y su misión esclarecedora, todas grandes preocupaciones del experimentado poeta. Nada de ripios intelectualistas, nada de “literaturismo” vano, nada de citas para el aplauso, el ego del que confunde poesía con la obsesión de hacerse de un nombre para ganar una superflua relevancia.

Nos convirtió, con la sencillez del agua o del viento, en sujetos de acción de arte, en buscadores fervorosos de esa condición de la humanidad, lo sublime y lo bello como estandartes.

El tercer punto de vista tiene que ver con su verso propiamente tal. Un verso limpio, sonoro, entendible y digerible. Un verso que no renuncia jamás al lirismo, pero con un lenguaje común, cotidiano. Un lenguaje que aspira a la riqueza semántica de la sencillez, sin caer en lo pedestre. Es tanta su habilidad que lo que dice puede ser comprendido por cualquiera y jamás renuncia a la profundidad, incluso de naturaleza filosófica, ya que él mismo confiesa ser un heredero y admirador de autores existencialistas como Jean Paul Sartre o Albert Camus.

El ademán de sus trazos da con naturalidad en el blanco. No fuerza la mano, ni la garganta. Desde “Cantos de Pan”, su primer libro de poemas, hasta “Las Adivinanzas”, es capaz de mantener unidad en el tono.

El cuarto punto dice relación con una acusación sin fundamento alguno. Son muchos los que restan notoriedad al insigne chillanejo, debido a que supuestamente no es un poeta en ejercicio, o sea, con producción actual, que esté escribiendo y que nos vaya a sorprender con una nueva entrega. Sus libros más recientes son –en efecto- versiones antológicas, como “Sol de Invierno”, la hermosa edición que le hizo la Universidad del Bío-Bio hace un par de años.

Hernández escribe, en realidad, pero deja salir muy poco, acaso un par de textos en homenaje a alguno de sus amigos y compañeros de generación, como los poemas dedicados a Enrique Linh o a Jorge Teillier –ambos fallecidos-, o el texto dedicado a Nicanor Parra que fue escrito en ocasión de un viaje del Antipoeta (en 1996) a su pueblo natal: San Fabián de Alico, que se encuentra en la citada antología, o un par de aportaciones hechas en un par de revistas universitarias de restringida circulación.

Escribe poco, y deja salir mucho menos. Es un autor decididamente de la síntesis poética, y no abruma a los lectores con “mamotretos” –como él mismo sostiene-, ni se ha dedicado a lanzar refritos de sus propios poemas, para mantenerse en la baranda de algún altar o proscenio.

Hay muchas razones más para respaldar la necesidad de corregir esta falta, esta omisión que se ha fraguado en torno a la figura y la obra de Sergio Hernández, el requerimiento urgente y decidido de hacer la justicia debida para con el insigne poeta de provincia, aquel que debiese ser rescatado, leído, estudiado como corresponde, y con ello, los reconocimientos, la admiración de quienes conservamos el fragmento prístino de la poiesis.

Fuente: http://www.letras.s5.com/hq010408.html




JORGE TEIILIER A TRAVÉS DE SERGIO HERNÁNDEZ
...... UNA MANERA DE APROXIMARSE A LA GENERACIÓN DEL 50.


Por Rodolfo Hlousek Astudillo


"Sergio Hernández, delicado y post-romántico, sutil evocador de la infancia perdida… El lenguaje, es selecto; la simbolización, sencilla y universal; la musicalidad recatada. Algún verso corto, acumulador de nostalgia, ejerce la misión quejumbrosa del pie quebrado. Más la sapiencia rítmica es de tal diafanidad que ésta maestría y otras pueden pasar inadvertidas…".
(Eleazar Huerta. Prólogo a "Poetas Universitarios". Antología, 1956).

Al igual que el frondoso poeta Pablo Neruda, Sergio Hernández Romero (Chillán 1931), es sobreviviente de una generación.

Poeta, ensayista, profesor de Estado en Castellano y miembro de la Academia Chilena de La Lengua, es autor de varios libros de Poesía, entre ellos Cantos de Pan (1959), Registro (1965), Últimas Señales (1979), Quebrantos y Testimonios (1993), Adivinanzas, un libro para niños (1998) y su meritoria antología Sol de Invierno (Ediciones Universidad del Bío-Bío, 120 páginas, Talcahuano, 2002). Creador, además de valiosos ensayos como Don Ricardo Latcham (1989), Pasión y espíritu de Gabriela Mistral (1989), Nicanor Parra, poeta popular (1990).

Así también mantuvo una inquebrantable amistad con el vate sureño, Jorge Teillier.

En su departamento, próximo a la Avenida Ecuador en la ciudad de Chillán, me reuní con él para conocer su época, su generación y la amistad que mantuvo con Jorge Teillier, con honda fraternidad se entrevistó.

-Quisiera que nos contara la llegada de Jorge Teillier a Santiago, ¿cómo fue que lo conoció?.
Nosotros nos conocimos en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, que se ubicaba en calle Macul 774. Él había llegado de Lautaro hacia la década del 50 a estudiar Historia; y yo lo había hecho para Castellano. Ya se había retirado Efraín Barquero, que también hizo algunos estudios aquí que no terminó.

El Instituto Pedagógico era prácticamente un centro que reunía a varios cultores de la literatura posterior. Fundamos un centro literario, teníamos con él un mural y nos reuníamos una vez a la semana.

Luego, participó con nosotros Óscar Stuardo, que se dedicó al teatro; Jaime Valdivieso, que se dedicó al ensayo y a la narrativa; nos hacía clases don Ricardo Latcham, que era un crítico bastante conocido en América; el profesor Roque Esteben Scarpa, profesor de literatura general; y también en las clases de física, Nicanor Parra, de tal manera establecimos una buena amistad con él.

Todo hizo un clima propicio para el cultivo de la literatura. Yo recibí el premio F.E.C.H. el año 54, eso me motivó a conocer a más gente, al jurado mismo: Angel Cruchaga Santa María, Juvencio Valle y a otros integrantes del medio poético de Santiago.

-¿Cómo se gesta la antología de poetas universitarios?.
Yo no sé de quién fue la idea, pero eso próspero y de alguna manera se llevó a cabo. Esa antología fue prologada por Eleazar Huerta, profesor de Estética llegado a Chile a través del Winnipeg, entre otros gracias a Neruda.

-En relación a la generación del 50 o del 57, ¿cómo se conformó esa generación, cuáles son sus características y cómo fue el ingreso de Jorge Teillier y de usted a ella?.
Quien empezó a hablar de esa generación fue Enrique Lafourcade. Tiene algunos integrantes en la prosa, quien se distinguió fue Claudio Giaconi, que tenía alguna experiencia literaria, un trabajo leído en Concepción y creo que aquí mismo en Chillán, el año 58, año en que yo me encontraba en España, así que no estuve aquella oportunidad, pero después supe que ese ensayo fue publicado. En uno de esos puntos advertía nada más con el criollismo, el mundonovismo, esta cosa de los huasos, las carretas, todo eso que había liderado Mariano Latorre. Se pretendía hacer más universal la experiencia literaria.

Creo que a nosotros nos impactó mucho la segunda guerra mundial que terminó el año 45 en forma abrupta por esas bombas atómicas que los yankees hicieron estallar en Japón.

Realmente quienes recapitularon esas experiencias fueron Jan Paul Sartre, que es un autor que casi todos leímos en esa época y Albert Camus, autores comunes de aquella generación.

Hubo buenos autores teatrales en esa generación, creo que Luis Alberto Heiremans y Sergio Vodanovic. Desde varios géneros hubo aportes, en la poesía específicamente estaba Enrique Lihn, Teillier, Armando Uribe del cual estoy leyendo sus memorias, bastante gruesa, que más bien lo relaciono con su labor de diplomático, de abogado y también da luces sobre el ambiente literario poético.

El año pasado (2002) se hizo un homenaje a esta generación en el hall Azul de la Biblioteca Nacional, entre con fotos y poemas, nos vimos con Jorge Teillier, por supuesto; Rolando Cárdenas, quien junto conmigo y Teillier éramos bastante amigos, él murió justamente después de una gran comida que tuvimos, a la noche subsiguiente. Éste muchacho falleció por falta de atención médica, abandonado en su departamento en calle Teatinos.

Luego, con otros tuvimos alguna relación, con Efraín Barquero, después. Él tuvo la suerte de tener una mecena, Monovar Balmaceda, que le compró una casa en San Antonio y que tuvo una buena relación con Neruda, no sé si esta relación se deterioró un poco. Así también la relación de Lihn con Neruda que no fueron buenas. Las mías fueron excelentes después de un tiempo, cuando lo traté por primera vez aquí en Chillán, hacia el año 58. Él estaba en su plenitud más universal, ya de poeta, que gravitaba mucho sobre las generaciones que venían de atrás.

-Específicamente la influencia de Teillier, ¿cómo fue en esa generación?.
Bueno, lo que pasó es que Jorge Teillier trató de liderar un poco eso que él llamó poetas láricos. Fundamos la revista Orfeo, junto con Floridor Pérez, pero después esa revista fue embargada por un venezolano que llegó y tomó otros rumbos.

No sé si diría liderazgo o no lo que ejerció Teillier, pero por último era un poeta muy estimado, escuchado y aceptado.

-¿Cómo Teillier defendió teóricamente la postura lárica?.
Bueno, en el fondo él dio con esa temática que es una manera distinta de hacer no diría Criollismo, sino que fue mirar el paisaje de su provincia, de su región, en este caso Lautaro, y refugiarse un poco en la infancia. Teníamos lecturas comunes de Miloszk, que había sido traducido por D'halmar; de Rilke, Esenín, George Trakl, y una de las novelas que él más admiró fue "El Gran Maulnes" de Alain Fournier. Trató de crear una especie de pequeño movimiento, pero ya estaba encendida la poesía en Chile por la aparición súbita de "Poemas Y Antipoemas" de Nicanor Parra, el año 54, que fue una especie de renovación, yo diría más o menos higiénica de la poesía que se estaba haciendo.
El optó por una poesía clara, directa y eso estaba llamando la atención de los ejecutores y llego a hacer una renovación de la poesía no tan sólo en Chile, Parra influyó también a los Beatnik norteamericanos, incluso.

-Poéticamente, usted con Jorge Teillier ¿cuáles son sus semejanzas temáticas y de composición?.
Hay algunas afinidades en cuanto a temática, en ese tiempo yo escribí Acuario y por ahí hubo algunas afinidades, pero en el fondo mi poesía era vivencial, porque caí en una fuerte depresión por esos días y fue más bien una catarsis para mí la poesía. Ahora abordo otras temáticas que me apartarían de lo lárico.

-Me gustaría que nos hablaras del trabajo de traducción de Jorge Teillier.
Jorge Teillier era un gran lector de poesía, como lo había sido Neruda también, como cualquier poeta serio. En realidad era increíble lo que sabía Neruda de poesía. Teillier también tenía una tremenda memoria, por eso quizás optó por estudiar Historia. Él tiene todas las traducciones en un libro, que yo tengo aquí. Tal vez la más leída fue la "Confesión De Un Granuja" de Sergei Essenin.

-Pasando a un tema escabroso: el alcoholismo de Jorge Teillier. ¿Usted como amigo cómo lo asume y por qué piensa que bebía tanto?.
Existe una especie de tradición que venía de muy atrás. Era casi una tradición que los poetas fueran bohemios, lo habían sido por ejemplo los de la generación de Neruda; Neruda fue un sobreviviente de la bohemia de su tiempo, por el alcohol se murió Alberto Rojas Jiménez, Romeo Murga, y otros poetas. Porque en el fondo bebían mucho y comían poco y además eso venía de antes, de los franceses, el mismo Baudelaire, Verlaine, Rimbaud. Esos aparte de ser bebedores, eran drogadictos. Entonces, era como una condición natural del poeta. El mismo Darío. Rubén Darío aquí en Chile estuvo cuatro años y muy pocas veces apareció por el trabajo que le consiguió Balmaceda Toro, el hijo del Presidente, en la aduana de Valparaíso.

-Nos gustaría que nos contara sobre el estilo de vida, los encuentros literarios, las revistas, el cine, la música.
Hubo por ese entonces más gusto por esas cosas, nosotros como estudiantes del Pedagógico teníamos entrada al Teatro Municipal a ver espectáculos tan notables como Carmina Burana. Los espectáculos eran de gran calidad porque la Universidad de Chile tenía un buen Ballet, don Juvenal Hernández había establecido la Orquesta Sinfónica. Es decir, había muy buenas manifestaciones culturales en ese tiempo, muy vigente. A veces venían visitas internacionales, el mismo Claudio Arrau vino a dar conciertos.

Se encontraba el Boletín de la Universidad de Chile, dirigido por Enrique Bello y participaba ahí Jorge Teillier. Los Anales de la Universidad de Chile, la revista Mapocho, que siempre editaba una obra de teatro de escritores Chilenos.

Naturalmente nosotros disfrutábamos del Teatro Experimental, que fundó mi amigo Pedro De La Barra; el teatro ensayo de la Católica, todo eso fue un tiempo de gran culminación de todos esos movimientos. Muchos actores siguen trabajando en teleseries, aún se los ve en películas como María Cánepa en Coronación.

Yo no veo la misma intensidad cultural de antes, veo más bien un desplazamiento por la mala calidad de la actual televisión.

Se sigue haciendo teatro en Santiago, desde luego y buen teatro a lo mejor, a lo cual uno en provincia no tiene acceso.

En cine, ya se había fundado el Cine Chileno, hubo interesantes actores como Lucho Córdoba, cómico peruano nacionalizado Chileno; Alejandro Torres, que era un gran recitador. Y el cine Argentino llegaba y de cierta calidad, recuerdo una película de Enrique Cubiño, "Donde mueren las palabras empieza la música"; algo sobre Beethoven y Mozart.

-Nos podría hablar de la personalidad de Jorge Teillier.
La personalidad de Jorge Teillier era un poco indefensa, yo diría muy inteligente, modesto, de muy buena memoria, muy bien informado en poesía y culto. Yo no sé en qué momento aprendía tanto, a lo mejor él estaba más ordenado porque había contraído matrimonio con Sibila Arredondo y tuvo a sus dos hijos: Sebastián y Carolina, que después crecieron y sufrieron los rigores del golpe militar. Por ejemplo, a Sebastián le hicieron un simulacro con que al padre lo iban a fusilar delante de él, cosas de ese tipo.

-Eso le quería preguntar, ¿cómo vivió el golpe militar Jorge Teillier?.
Jorge Teillier, no se implicó en la situación. Nunca me pareció que militara en el Partido Comunista aunque era hijo de comunista, Intendente de la comuna de Lautaro, pero a pesar de eso él tenía muy buenas relaciones con la gente.

Jorge, fue siempre muy protegido por las mujeres, por ejemplo, después que se rompió el matrimonio con Sibila Arredondo, estuvo con Beatriz Ortiz De Zárate, con quien estuvo compartiendo en mí casa cuando yo vivía en el Tejar y después eso se rompió. Finalmente fue protegido por Cristina Benke, que es una mujer de mucho dinero, convirtiéndose en su protectora. Yo creo que aquí se protegió de las posibles consecuencias del golpe militar.

En el fondo él tenía sensibilidad social, pero quizás aquel tema no le interesaba.

-Neruda a la generación del 50 ó del 57 los desafiaba ha escribir poesía social, Jorge, sin embargo, no participó de eso.
Bueno, porque él era un poeta autónomo. Neruda quizás había perdido cierta vigencia en la generación del 50. En el fondo no era que no se le admirara, sino que se trataba de salir de su influencia que ya era demasiada frondosa y pesaba mucho sobre las generaciones posteriores. Parra, sin duda, busca deliberadamente librarse de él.

-¿Usted, en qué momento se separa de Jorge Teillier y cómo mantiene esa relación?
Yo nunca me separé de Jorge Teillier, lo que pasó es que yo después me vine a provincia, a la Universidad Austral. Luego me fui a España un año o un poco más, y después cada vez que iba para Santiago nos juntábamos. Yo recuerdo haberlo dejado cuando él se iba a Italia becado, dejando a sus juntos con Sibila. Sin embargo él regresó, en muy poco tiempo, por la ruptura que tuvo con Enrique Lihn, parece que debido a Sibila.

Yo, cada vez que iba a Santiago lo iba a ver al Boletín de la Universidad de Chile. Después me fui a Antofagasta y ya era muy lejos, y lamentablemente venía muy pocas veces al sur, por eso se produjo un distanciamiento, pero guardo cartas de él. Después su alcoholismo lo llevó a una aguda crisis, yo había optado por dejar el alcohol, pero para él fue muy difícil.

-¿Cómo vive usted la muerte de Jorge Teillier?.
Bueno, a mi no me pareció extraño porque si tú ves esa foto -una foto que cuelga en la pared de su departamento- ya se ve bastante avanzada su cirrosis - rosita apática le llamaba el mismo Teillier-.

El año 96 dimos un recital en el Centro Cultural de España, en Providencia y ahí nos encontramos. Nos alojamos en un hotel durante 3 ó 4 días y compartimos bastante, pero él ya se curaba con muy poco y dos meses después supe de su muerte.

-¿El legado de Jorge Teillier?
El legado está en su poesía, en su autenticidad y creo que está siendo bastante admirado y valorado por la juventud y eso garantiza una vigencia. No hace mucho, en un encuentro que hubo en Santiago sobre Nicanor, me encontré con un español que está dirigiendo una edición en España de Jorge Teillier, dice que tiene muy buena aceptación, así que Teillier va en ascenso más que en descenso.

Falta por hacer una obra completa, y creo que podría hacerse.-

Fuente:http://www.letras.s5.com/jt140405.htm





"COMO SI FUERA UN DEBER COTIDIANO":Conversaciones con Sergio Hernández Romero
Por Jorge Rosas Godoy. Doctor en Literatura. UCSC.


(fuente: http://sergiohernandezelpoetadechillan.blogspot.com)


Así se ha titulado esta conversación, ya que a Hernández, el gran Vate, le recomendó que dejara "el adoquín pedagógico e hiciera de su quehacer poético un deber cotidiano", y, a pesar de que éste no lo hiciera así, su opción de vida fue, de todas maneras, la literatura: como poeta, académico y ensayista.

Jorge Rosas Godoy:- Don Sergio. ¿Cómo conoce a Pablo Neruda?
Sergio Hernández:- A Neruda le conocí en el Pedagógico por el año '51- '52, cuando fue a ofrecer un Recital. Pero nuestra modesta amistad comenzó por allá por el '58, a fines del '58.
-¿Cómo es esta amistad?-Muy afectuosa, recordada y privilegiada.
-¿Esos años en el Pedagógico, no estuvo sólo realmente?
- No. Efectivamente, no estuve tan sólo. Compartí con mis compañeros de generación: Jorge Teillier y Rolando Cárdenas, con quienes me unió una larga amistad. Y con Enrique Lihn, a pesar de que él no pertenecía al Pedagógico sino que al Bellas Artes; Efraín Barqueros, Delia Domínguez, Isabel Velasco, Alberto Rubio, Armando Uribe, Pablo Guíñez, Mariana Latorre o Sonia Quintana, con quienes establecimos excelentes relaciones las pocas veces que las circunstancias nos han reunido.
- ¿Y Lara, Quezada, Pérez…?
- Bueno ellos son de la generación inmediatamente posterior. Y en realidad son aquellos a quienes me he sentido más próximos: Omar Lara, Jaime Quezada, Floridor Pérez, Waldo Rojas, Enrique Valdés y Federico Schopf.
- ¿Cómo es, en definitiva, el comienzo de sus relaciones con Neruda?Cómo habíamos adelantado, en el Pedagógico, en un Recital. Luego de ser presentados como: "el más flaco" y "el flaco de Chillán".Posteriormente, desde fines del '58 en adelante. Recuerdo por ejemplo, a mi llegada a Chillán, después de más de un año en España, me encuentro con que Neruda está invitado por los alumnos del Liceo, y cuyos dirigentes conversan conmigo para que yo presente a Pablo Neruda, en el Teatro Mayor. Dos o tres días estuvo con nosotros. Y exigió mi compañía durante su permanencia.Cuando supo que había llegado desde España, me sometió a un verdadero interrogatorio: "es que ellos manejan muy bien el idioma -dijo"
-¿No sería eso lo único que dijo?
-No. Por cierto. Él admiraba mucho los clásicos, entre algunos, a Góngora y a Quevedo, especialmente este último por su cercanía como hombre comprometido con su poesía, su pueblo y su política. De entre los coetáneos a Alberti y a Aleixandre, con quienes compartí y tuve el privilegio de acompañar a recibir los restos mortales de Juan Ramón Jiménez.
-Luego de la visita a Chillán, Ud. le fue a ver, pues él le había invitado…
-Así es. Luego le fui a ver. Con temor, ya que pensaba que era un decir de "buena crianza" no más.En principio, lo negaron, pero cuando supo que era yo, me recibió de inmediato. Más tarde asistimos a una charla.
-¿Y en qué otros lugares se encontraron también?
- Bueno, la vez más próxima fue cuando yo estaba en Valdivia. Neruda entró en una frutería y escuchó a unos alumnos referirse al Profesor Hernández de Chillán; entonces éste mandó a buscarme. Por suerte para mí, mi director en ese entonces era Eleazar Huerta, así que el me autorizó para que lo acompañara por las islas y sus presentaciones.
-¿Qué anécdotas recuerda?
- Que él comentaba que en Varsovia, París, etc, donde él llegaba lo anunciaban los diarios, pero allí en Valdivia era, más bien, el hombre invisible.Después, luego de la reunión y presentación partidaria, se le vino la muchedumbre encima. Entonces me toma del brazo y me dice:" quisiera salir de aquí en un helicóptero … y vamos, vámonos a comer centollas, centollas…"
-¡Algo aburguesado Neruda eh!
- Sí. Por cierto, era muy aburguesado. Tanto es así que se recriminaba no poder escribir como el pueblo, es decir, él escribía para el pueblo, pero su escritura no era comprendida por el pueblo. Nunca lo logró.
-Bueno, René de Costa recoge precisamente estas palabras en la voz de Neruda del año '53, a propósito del Lirismo Sencillo: Odas Elementales. La poesía es como el pan, y debe compartirse por todos, los letrados y los campesinos, por toda nuestra vasta, increíble, extraordinaria familia de pueblos. Yo confieso que escribir sencillamente ha sido mi más difícil empeño.
-Exactamente, esto fue muy difícil para él, pues siempre reconoció ser del pueblo; mas su realidad fue, más bien, burguesa.Recuerdo todas las comidas y fiestas en que compartimos con él y, por cierto, nada de aquello era "de pueblo". Por ejemplo, en Isla Negra celebrábamos su cumpleaños, después de almuerzo y su siesta, abrió su casa para el pueblo y globos y todo eso…
- Ud. en "Quién es Quién…" menciona que también estuvo trabajando en Valparaíso, Antofagasta, y posteriormente a ese libro, en Talca y actualmente en su Chillán natal…
- Así es. En Antofagasta, en una oportunidad, también me encontré con Neruda con la gente que reunía Mario Bahamonde; sobre todo al grupo que nos reuníamos en torno a la librería Nortelibros: Alfredo Aranda, Pedro de la Barra, Andrés Sabella, Andrés Sotomayor, Osvaldo Silva y Sergio Correa, entre otros. Y de Arica, Oscar Hahn y Nana Gutiérrez.Y en Valparaíso, con Sarita Vial, Armando Solari, Patricia Tejeda y otros. Formamos el grupo "La Bota". Cuando llegaba Neruda al Puerto, Sarita nos reunía en el restaurante Alemán, en torno al patriarca que escanciaba, solemne la cerveza desde una hermosa bota traída desde Alemania.
-¿Y cómo se entraba al club? -Con un ritual: taparse los ojos con un pañuelo y dibujar un chancho.
-Era entretenido. ¿Después de todo era muy solemne? Era de engañarse porque él no era lo que se creía. Era muy ingenioso, de buen humor. Le gustaba la buena mesa, el buen vino, el buen wisky, las buenas fiestas. No era un viejo grave. Le gustaba departir, para eso él trabajaba todo el día. Recuerdo que en la isla, tenía un escritorio al bajar a la playa. Siempre era entretenido andar con Neruda. Se conocía gente importante. A Carpentier, a Losada. Por ejemplo, yo estaba allí cuando este editor argentino llegó con una copia de Veinte Poemas de Amor…, era para celebrar la venta de un millón de ejemplares este libro.
-A propósito de libros. ¿Cómo fue eso del prólogo de Neruda?
-Bueno yo quería publicar mi libro Registros. Se lo presenté a don Carlos Nascimento, pero éste me puso la condición de traer un prólogo de Neruda para la publicación, sólo de ese modo podría ser.
- ¿Y qué hizo entonces?
- Me atreví, pero pensando que solamente lo pediría una sola vez. Pero el accedió. Y fue así, como en otra ocasión, estando con Hugo Montes y Andrés Sabella; luego de unos wiskys, me mandó llamar y me dijo: "tu prólogo viene en la maletas".
-¿Y qué le pareció? ¿No estaba asustado por el contenido?
-No. Porque ya el '54 Alone había realizado una buena crítica acerca de mi poesía. También el '56, Huerta había publicado una antología en la que me incluía. Por lo tanto estaba, más bien, expectante.
-¿Qué decía el Prólogo?
-Decía algo así como lo que sigue: "Pequeño Prólogo Para su Poesía"De cuanto se ha escrito, ¡y tanto!, el poeta que más leo es el agua que corre.Cada página entre las piedras o la hojarasca o sumando y sumiendo en su cauce la luz y la noche, cada página tiene canto y cristal.La poesía de Sergio Hernández es canto que corre, cristal que canta... Bueno, algo así.
-¡Bueno don Sergio, pero no todo es solemnidad!
-¡Sí!. Recuerdo un lugar en el que estaba Neruda y se nos acercó un marino borracho y le pide un autógrafo:- "Don Pablo" fírmeme aquí, este papelito, que yo tengo en mi casa los veinte desesperados y una canción de amor". Todo fue risa para él, gozaba con estas cosas. En otra ocasión, nos tomaba del brazo, alrededor de la mesa y decía:"ya, pongámonos barrocos".
-¿Y qué de esas otras anécdotas que no le hacían reir?
-Ah! Bueno. Esas… la mayor de las veces no le daba importancia. Por ejemplo una vez le pregunté por Huidobro y dijo que lo mejor que tenía era sus vinos. Claro que estaba molesto porque fue él quién le hizo reconocer un plagio a través de Volodia Teitelboim y que en realidad era una paráfrasis. De Parra, ni se acordaba, pero éste sí. Por ejemplo publicó que "muera la Cordillera de la Costa/ viva la Cordillera de los Andes". Además de otras cosas; v.gr: Un poema que se titula Manifiesto:
Nosotros repudiamos
la poesía con gafas oscuras
la poesía de capa y espada
la poesía de sombrero alón.
………………………………
La poesía de pequeño dios
la poesía de vaca sagrada
la poesía de toro furioso.

Pero todo esto ocurre más hacia los'30s a los '50s. Aquí es menester ubicar un poema muy fuerte que escribiera Neruda entre el '50 y el '53.
-Sí. Si existe ese poema. Lo trascribiré luego… Creo que De Costa lo rescata en su libro y se llama Estoy Aquí… (19)
Pues he aquí un extracto del poema.

Estoy aquí con mis labios de hierro
y un ojo en cada mano
y con mi corazón completamente,
y viene el alba, viene el alba,
y estoy aquí a pesar
de perros,
a pesar de lobos,
a pesar de pesadillas,
a pesarde ladillas,
a pesar de pesares
…………………
¡Cabrones!
¡Hijos de puta!
¡Hoy ni mañana
ni jamás
acabaréis conmigo!
…………………
y me cago en la puta que os mal parió
derokas, patíbulos,
Vidobras…

-Bueno, dejemos esto hasta aquí y busquemos algunas respuestas teóricas, quizás, para la diversa poesía de Neruda.
-Efectivamente, en Neruda hay diversos Nerudas, pero cada uno de ello tocado profundamente por las circunstancias que tuvo que enfrentar. En definitiva, era un Neruda de circunstancias. Toda su obra está cruzada por ellas, desde Crepusculario, que es donde sienta las bases para toda su poesía, vale decir, allí están todas los gérmenes para su poética.

Recepción literaria.
-¿Dígame don Sergio? Siempre se ha dicho que Neruda jamás teorizó. ¿Pero es posible esto en un Vate como él?
-En realidad nunca hablaba de su poesía, pero cuando se le preguntaba respondía muy bien. Uno se daba cuenta de inmediato que las lecturas que él había realizado y seguía haciendo, influían en su escritura. Además desde siempre fue un excelente lector.Por ejemplo una vez le pregunté acerca de un poema que fue escrito en la época de Crepusculario, "Caminando bajo la luna". Él responde:-"no es posible, ya que corresponde a un poema nocturno". Aquí se da cuenta uno que Neruda, sí sabe lo que hace, y más aún, él va a publicar en revistas y prensa cuando sea necesario alguna explicación acerca de su poesía y su visión de mundo. Ya en "Claridades", en "El Caballo Verde de la Poesía", etc. Especialmente en "El Caballo Verde de La Poesía" que es donde va a publicar un manifiesto, el de la "poesía manchada", sin pureza; en contra de la Poesía Pura de Juan Ramón Jiménez:
Una poesía impura, como un traje, como un cuerpo, con manchas de nutrición y actividades vergonzosas, con arrugas, observaciones, sueños, vigilias, negaciones, dudas y afirmaciones... Y no olvidemos nunca la melancolía, el gastado sentimentalismo, perfectos frutos impuros de maravillosa calidad olvidada, dejados atrás por el frenético libresco: la luz de la luna, el cisne en el anochecer, "Corazón mío" son sin duda lo poético elemental e imprenscindible. Quien huye del mal gusto cae en el hielo.

-¿De qué otra manera nos damos cuenta de esto?
-Es muy sencillo. Descubriendo sus lecturas. Como por ejemplo el viejo Walt:"Hay muchas formas de la grandeza, pero a mí, poeta del idioma Castellano, Walt Whitman me enseña más que Cervantes: en su obra no queda humillado el ignorante ni es ofendida la condición humana": -dice Neruda en USA.
-¿Qué otras voces coexisten en Neruda?
-En primer lugar hay que reconocer que un poeta como Neruda no aparece por generación espontánea, es el producto de un talento natural más la adecuada asimilación del legado de su oficio. En este contexto, Darío todavía reinaba, sobre todo, en provincia.
-Aquí también es necesario recordar a Durán ¿no?, que es uno de los críticos que defienden que la estética modernista siguió presente en la obra de madurez del poeta chileno. Para ello, Durán divide el movimiento modernista en Chile en tres sectores: el de los parnasianos de los cuales nunca gustó Neruda; el de los neorrománticos, ejemplificado en Gabriela Mistral, poetisa unida al chileno por lazos de amistad y que posiblemente marcó los primeros pasos de Neruda; y finalmente el de los metafísicos finiseculares como Rimbaud y Baudelaire. De estos tres grupos todos presentes en la obra de Darío, Neruda se decantará por los neorrománticos y por los metafísicos.
-¡Claro que sí! Darío, reúne estos tres estadios, pero Neruda no se queda sólo en lo neorromántico y lo metafísico, sino que trasciende la melancolía y sus Residencias.
- Pero los principios del modernismo pronto desaparecerían de su obra, según Volodia Teitelboim:
Neruda se libra casi al empezar de los modelos del modernismo. Su sentido de la vida natural está determinado en buena parte por la presencia de las tierras húmedas de la Frontera, donde la lluvia, el vapor del agua entre los bosques que circundan la ciudad recién nacida, todo ello lo hace melancolía, pero a la vez ansioso de compañía; donde las flaquezas intelectuales de un ambiente fenicio despertarán en este poeta una respuesta de poderoso y variado registro que se revela contra todas las tiranías del verso establecido, pero a la vez impondrá, por presencia arrolladora, que llena cincuenta años de poesía chilena, su propio dictado, contra el cual han intentado inútilmente insurreccionarse generaciones sucesivas de poetas.

-Sería reductivo pensar así, ya que las tierras húmedas de la frontera no serían sólo melancolía, sino compromiso, una utopía que buscar y conquistar. Neruda no es sólo el Lar sino el VATE. Pero, por otra parte, no debemos olvidar que el mismo Huidobro había tratado de ahogar los cisnes darianos en su Espejo de Agua, publicado en 1916. Y que el peruano César Vallejo, demuestra inusitada originalidad, sólo a partir de "Trilce" y que otros aires trata, también, de traer a la poesía de América la publicación de "Fervor de Buenos Aires" de Jorge Luis Borges.
Directamente otras voces en Pablo serán, como adelantamos, Góngora y Quevedo, especialmente este último. Aquí se debe recordar Viaje al Corazón de Quevedo:
(…) Por eso, en tanta región incierta, Quevedo me dio a mí una enseñanza clara y biológica. (… )
(…) No es el transcurriremos en vano, no es el Eclesiastés ni el Kempis, adorno de la necrología, sino la llave adelantada de las vidas. Si el paso más grande de la muerte es el nacer, el paso menor de la vida es el morir.
Por eso la vida se acrecienta en la doctrina quevedesca como yo lo he experimentado, porque ha sido para mí no una lectura sino una experiencia, con toda la rumorosa materia de la vida.

Otro, fue Sabat Ercasty, quien influyó en su poemario Hondero Entusiasta. Y que fuera publicado 10 años más tarde por la influencia que éste ejerció.
Prueba de ello es que el mismo Neruda envía los originales a Carlos Sabat y éste le confirmó su huella. Cronológicamente el libro fue concebido después de Crepusculario. Neruda aclaró el '33:
Los poemas recogidos en este libro formaron parte de un ciclo de mi producción desarrollada hace ya cerca de diez años. La influencia que ellos muestran del gran poeta uruguayo Carlos Sabat Ercasty y su acento general de elocuencia y altivez verbal me hicieron sustraerlos en su gran mayoría a la publicidad. Ahora, pasado el período en que la publicación del "El Hondero Entusiasta" me hubiera perjudicado íntimamente, los he entregado a esta editorial, como un documento, válido para aquellos que se interesan en mi poesía.

También podemos reconocer a Tagore, especialmente con el bochorno en "Veinte Poemas...", a William Blake, T.S. Eliot, Edgar Lee Masters, Baudelaire, Verlaine, Rimbaud; y tantos otros, que incluso la misma Gabriela le facilitara. Pero, en esta misma línea, la de los surrealistas y vanguardistas, prefiere a Paul Eluart y a Luis Aragón en vez de Baudelaire.
Finalmente, Neruda mismo lo dice en sus versos:
Fueron creadas por mí estas palabras
con sangre mía, con dolores míos
fueron creadas.
Yo lo comprendo, amigos, yo lo comprendo todo,
se mezclaron voces ajenas a las mías,
yo lo comprendo amigos! ...

Y así sigue...
-Haber... haber... rebobinemos... y volvamos a Crepusculario y a Veinte Poemas... Aquí la influencia no sólo es literaria ¿Verdad?
-En realidad no puede ser todo literario. Por ejemplo en Crepusculario, Neruda vivía en la calle Maruri, donde años más tarde viví yo también. Allí comprendí todo, como dice el Vate; allí ví lo mismo que él: los crepúsculos de Santiago, todavía sin smog. Cito:
La mariposa volotea
y arde - con el sol - a veces.
Mancha volante y llamarada,
Ahora se queda parada
sobre una hoja que la mece.

Todo se va en la vida, amigos
se va o perece.
Se va la mano que te induce
se va o perece...

O …

La tarde sobre los tejados
cae
y cae.
¿Quién le dio para que viniera
alas de ave?
Y este silencio que lo llevatodo.
¿Desde qué país de astros
se vino solo?
¿Y por qué esta bruma-plúmula,
trémula-
beso de lluvia
sensitiva
cayó en silencio- y para siempre-
sobre mi vida?

En el Hondero Entusiasta, corresponde a un arrebato nocturno al regresar intespectivamente a Temuco a lo que dice:
Antes de acostarme, abría las ventanas de mi cuarto. El cielo me deslumbró...
vivía todo el cielo... como poseído corrí a mi mesa...
Como si recibiera un dictado... Al día
siguiente leí lleno de gozo mi poema nocturno:
Hago girar mis brazos como dos aspas locas...
en la noche toda ella de metales azules...

En Veinte Poemas..., está también el goce de la existencia, especialmente aquel que tiene que ver con sus musas (era muy enamorado este Neruda). Por ejemplo Marisombra era Marisol, que siempre usaba una boina gris, tenía ojos suaves, era el "sosiego físico en los escondrijos de la urbe".

En El Habitante y su esperanza, fue más bien un intento narrativo. Luego vino Anillos, en colaboración con nuestro chillanejo, Tomás Lago, que fue una hermosa prosa poética. Y más tarde, en Tentativa del hombre infinito. Libro, en que quiéralo o no, asimila las influencias vanguardistas europeas, especialmente surrealista. Rodríguez Monegal, diría después: "puede considerarse un verdadero borrador de su futura residencia en la tierra", "resulta una obra original"...

-¿Y esa angustia de vivir, mezcla de duda y desencanto, y esa inquietud por los misterios de la vida presente en Cantos de vida y esperanza obedece a lo mismo?
-Así es, infinitamente no sólo las lecturas influirían, sino la vivencia de cada circunstancia. Diría más tarde:- "Mis libros son ese hacinamiento de ansiedades sin salida."
-¿Aquí es posible coincidir con Amado Alonso? Me refiero a eso de la hermeticidad en Neruda, pues Alonso dice que éste, en realidad vive lo hermético porque es su expresión en imágenes y metáforas desde la emoción más que de la razón... En este aspecto, entonces, ¿es necesario recordar que Alonso parte relacionándolo con el barroco de Góngora y lo que hay de hermético en ello?
- Pero en realidad es aplicable a la circunstancia que vive Neruda, el poeta. Esto es, en Residencia y en cualquiera de sus obras. Cito:

Pero la verdad, de pronto, el viento que azota mi pecho,
las noches de substancias infinitas caídas en mi dormitorio,
el ruido de un día que arde con sacrificio
me piden lo profético que hay en mí, con melancolía
y un golpe de objetos que llaman sin ser respondidos
hay, y un movimiento sin tregua, y un nombre confuso.


-Respecto de esta circunstancia ¿Loyola, Concha y Sicard señalan que ésta es, más bien, doctrinal, es decir, que el progreso o evolución social en Neruda, está dado por la doctrina del partido comunista y la dialéctica materialista, por ejemplo en Sicard. Y por otra parte, en Alonso se habla de la conversión en Neruda?
-Bueno eso no es tan así. En realidad existe la influencia de Hegel, Heidegger, Sartre, Marx, entre otros. Ahora la circunstancia en Neruda está dada por la misma vida. Por ejemplo en España, con la Guerra Civil, cambia su poesía, pero el hecho trágico de la guerra…
Preguntaréis: Y dónde están las lilas?
Y la metafísica cubierta de amapolas?
Y la lluvia que a menudo golpeaba
sus palabras llenándolas de agujeros y pájaros?
os voy a contar todo lo que me pasa...
...................................
Venid a ver la sangre por las calles,venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!

O cuando se entera que un joven, leyendo las Residencias determina suicidarse. Ante esto Neruda solicita que no se editen, por el pesimismo que representan.Ahora, no hay que olvidar que ya en Crepusculario estaba lo social, como lo amoroso y lo simple, etc. O sea, en esta obra inicial, sin ser un proyecto arquitectónico, ya adelantaba los motivos de su obra, es decir, su temática.Otra cosa es la realidad misma de Neruda: pobre, provinciano que emigra y se asombra, además que la nostalgia le persigue.O algo más sencillo todavía, cuando publica Los versos del Capitán bajo seudónimo, revela que son las circunstancias las que operan en la conversión o transformación poética; el poeta había cambiado de musa, lanzándose contra los poetas celestes:

Qué hicisteis vosotros gidistas,
intelectualistas, rilkistas
misterizantes, falsos brujos
existenciales, amapolas surrealistas encendidos
en una tumba, europeizados
cadáveres de la moda?

O en las Odas, por ejemplo:
(...)Al principio
me enredabas los pies
y caía de bruces
sobre la tierra oscura
o enterraba los ojos en la charca
para ver las estrellas.
Más tarde te ceñiste
a mí con los brazos de la amante
y subiste en mi sangre
como una enredadera
........................................
(...)Pero
no me bastó tampoco
.......................................
(...) Dejé de verte como
náyade vaporosa,
te puse a trabajar de lavandera,
a vender pan en las panaderías,
a hilar con las sencillas tejedoras,
a golpear hierros en la metalúrgica.
Y seguiste conmigo andando por el mundo,
pero tu ya no eras florida
estatua de mi infancia.

Bien, en definitiva, la obra de Neruda va con el mundo, con la poesía. Y por otra parte, el compromiso nerudiano, el personal compromiso, no era con el partido sino con la creencia de que el comunismo era la utopía más cercana a la justicia social.

-Muy bien don Sergio, ya es hora de despedirnos. Pero amenazándole una pronta visita para reconstruir otra etapa de su recepción.

(Fuente: http://www.letras.s5.com/rg100504.htm)

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