jueves, 11 de diciembre de 2008

LiTeRatUra: ensayos, artículos, reseñas.

La poética esencial de Ramón Riquelme

Bernardo González Koppmann

“Vuelves a leer esos diarios antiguos
para saber dónde está la mentira”
(R. R.)

Conocí a Ramón Riquelme en el Segundo Congreso Binacional de Escritores en Pucón, en diciembre del 2003, y la impresión inmediata que me deparó su rústica personalidad fue la certeza de estar en presencia de una semilla que guardara esperanzas de vida nueva en su interior. Algún día será flor y fruto macerado, me dije, en las retinas del lector anónimo que todos llevamos alma adentro. Y no me equivoqué.

Ramón Riquelme nace en Concepción, en 1933, iniciando su trabajo poético en 1965, cuando se publican sus primeros textos. De formación autodidacta, desarrolla una intensa actividad cultural - política y humana - en su ciudad de origen. Sin embargo, lo encontramos a mediados de los años setenta en Quinchamalí dispuesto a reedificar un mundo fracturado por la dictadura militar, régimen frente al cual Ramón, como hombre libre de espíritu y acción, resultaba ser una amenaza sólo por el hecho de pensar distinto. Por su condición de poeta simpatizante de las causas populares sufre la cárcel y la tortura, mas no reniega ni renuncia jamás a la belleza.

Su residencia en Quinchamalí, aldea alfarera distante 30 kilómetros al poniente de Chillán, se materializa en la quinta “El pensamiento”, junto a Tuly Ulloa, su compañera de toda la vida recientemente fallecida (2005), rodeados del trabajo de la tierra - la greda y las plantas -. Allí recibe regularmente a sus amigos de todo el país, quienes buscan el diálogo y la palabra justa, certera, viva. Sus viajes a Chillán son programados de acuerdo a una lógica comunicacional que sólo entienden sus más cercanos. Entrega notas críticas al diario La Discusión, visita la Librería Universitaria, el Café Europa y ojea revistas y suplementos literarios, afán que tanto agrada a sus pupilas siempre abiertas al asombro.

Sobre su personalidad poética diremos escuetamente (como sus poemas) que es silencioso y profundo; es decir, verdadero. Tiene la madera de un Jorge Teillier, de un Miguel Hernández, de un Jorge González Bastías (el lárico maulino) y de muchos que rehuyen de esa bolina, de ese ruido contaminante que distorsiona la percepción esencial hasta anularla y, así, lejos ya de todo encantamiento, no podemos asir la esquiva belleza. Cuando no estamos atentos, el matiz revelador se nos escapa como la luz entre los dedos porque no hemos entendido que la poesía es un fugaz resplandor para siempre y no ese saco de vanidad, esa mochila horrible de souvenires, diplomas, dimes y diretes que nos impide soñar y ser mejores.

Ramón Riquelme así se ha convertido en el paradigma del poeta que debemos rescatar para las nuevas promociones de escritores. Lector incansable, retirado, en contacto directo con la naturaleza; no como turista depredador sino como creador artesanal de huertas, jardines, cerámicas y, en especial, de una obra poética que estimamos de gran valor. Urge mantener, preservar y difundir una literatura de esta estirpe.

A modo de ilustración leamos el poema “Vejez”: “Se te olvida todo: el dinero,/ las fechas de aniversario,/ poner la bandera frente de tu casa;/ pero, no se te olvida besarle/ los frutos a esa niña/ que te trae las empanadas/ para el almuerzo”. Este es el modo simple y profundo, es decir sabio, de poetizar de Riquelme. Palabra dicha en la levedad más absoluta y sustantiva. Trazo breve, pero definitivo; hallazgos inusitados que conmueven porque van directo a la memoria emotiva del hombre sencillo de su pueblo y se quedan ahí buceando alguna correspondencia que decante en afecto, gratitud o compromiso. Creo que pertenece a la generación del 50 en Chile, donde destacan Lihn, Barquero, Teillier, su amigo Sergio Hernández, Rolando Cárdenas, Arteche, Rosa Cruchaga y otros. Poesía que asume el gesto fraterno; que hurga en el paisaje interno; cercana de Parra y Rojas, síntesis y renovación de las letras a partir del ser humano y su cotidiana manera de amar y ser amado. También, por similitud de estilo, podríamos enlazarlo a las mejores cualidades de la generación del 60 (Hahn, Millán o Waldo Rojas) y su caballito de batalla: el poema breve.

Recomendamos leer y degustar la poesía de Ramón Riquelme a la sombra de cualquier árbol, solos o acompañados acaso por grillos o treiles, acaso por el lucero y su soledad. Así caerán sus palabras a nuestro subconsciente lírico como las piedritas que alguna vez tiramos al río del silencio y sus ondas se fueron prolongando de tumbo en tumbo hasta rozar nuestra asombrada humanidad

Fuente:
http://poesia-maule.com/revista/poeta/cronicas/article_63.shtml#top




Sobre Tula Ulloa y Ramón Riquelme
Por Osvaldo Cáceres González

La hecatombe comenzó a fines del 2003, con los arquitectos Santiago Aguirre, Victoria Meier, Ángela Schweitzer, Myriam Weisberg, Horst Bauman, Sergio González, Angelita García Faure, que si bien eran todos de la tercera y hasta cuarta edad, no tenían porqué morirse cuando otros contemporáneos de ellos seguimos vivos. Luego fallecieron dos arquitectos más jóvenes: Manuel Moreno y Manuel Carrasco, cincuentones. Además los amigos John Vallejos, dibujante y Rene Blanco, corredor de Propiedades. Una verdadera hecatombe como dirían los griegos.

Fuimos el domingo pasado 6 de Octubre, a ver a Tuli Ulloa, cuyo nombre verdadero es Buenaventura Ulloa, a su casa en Quinchamalí, a donde la trasladaron del Hospital de Concepción el miércoles 2. “Estoy desahuciada”, nos dijo, “pero estoy tranquila, me siento y he sido feliz. Estoy comiendo lo que me gusta, claro que pasado como una papa de guagua”. Me contó, como una cosa jocosa, que estando en el Hospital Regional, un día se sintió ahogada por las sabanas y comenzó a gritar:”¡ me estoy ahogando”¡, ¡“me estoy ahogando”¡ y una viejecita que estaba en un extremo de la misma pieza de seis personas, creyó que se estaba muriendo y empezó a rezar a viva voz por ella, coreada por las otras enfermas, encomendándola a Dios y pidiendo que tuviera en consideración por que era comunista.

A Ramón y Tuli los conozco desde fines de la década del 50 y comienzos del 60 cuando tenían el Grupo Literario Vanguardia que funcionaba en el subterráneo de la Librería Merino, en el antiguo edificio de la Municipalidad de Concepción, en Aníbal Pinto esquina Barros Arana y donde participaban José Chesta, Berta Quiero y otros. Ella era muy buena modista y encargada del Vestuario del Teatro de la Universidad de Concepción (TUC). Ramón era ya poeta conocido y periodista ocasional en especial por sus entrevistas para varios diarios y revistas. Había tenido una hemiplejía en su adolescencia y pasado años en cama, se había leído entonces podíamos decir como de Rimbaud: todos los libros del mundo. Le habían quedado secuelas en cierta rigidez de la cara y piernas para caminar, además de escasos dientes. Hasta ahora, excepto los dientes, que amigos dentistas que lo invitaron después a darles un recital, se los colocaron.

Se casaron en esos años, después del terremoto del 60 y me toco ser testigo de su matrimonio. Vivieron un tiempo en Los Ángeles a fines de la década del 60, dirigiendo Tuli un Taller de Vestuario. Participaron Ramón y Tuli durante la Unidad Popular en la creación del Instituto Chileno Cubano de Cultura, por lo cual también en homenaje que le hicimos a Javier Licimaco Gutiérrez, arquitecto boliviano de la Generación del 50, formado en Chile, que había trabajado en Cuba casi toda la década del 60 y muerto en la Resistencia en Bolivia en 1972.

Para el 11 de Septiembre estaban viviendo en el Campamento Luciano Cruz en Lonco, el cual fue desmantelado pocos días después. A falta de apoyo de amigos, perseguidos ya por al represión, decidieron irse a casa de la familia de la Tuli en Quinchamalí. Un amigo contó después que vieron a Ramón cerca de la Estación de Concepción, de donde se fueron seguramente en el tren que había entonces por la Costa a Chillán.

Cuando estábamos detenidos en la 4ª Comisaría de Carabineros de Concepción, los primeros días de Octubre, sentados sobre el suelo al sol en el patio, una señora a mi lado a quien habían interrogado recién, lloraba diciendo que no sabia donde estaba la señora Tuli y don Ramón.

Lo que había pasado era que el 23 de Septiembre “se había quemado” el Teatro Concepción, y andaban buscando culpables. Cuando al parecer de muchos, las mismas fuerzas de represión, lo habían quemado, pues suponían que había documentos y armas del MIR. Lo cual fue noticia nacional por la importancia del edificio y el hecho que acababa de terminar de ser reparado después de los efectos del Terremoto del 60.

Después del incendio, anduvieron preguntando en la Biblioteca de la Universidad de Concepción, en esa época al lado del Teatro, una antigua funcionaria, dijo que por ahí había visto a don Ramón Riquelme esos días y que él podía ser el autor del incendio. Ella lo conocía puesto que como escritor era visitante asiduo de esa institución.

Por eso andaban buscándolos, hasta que supieron que estaban en Quinchamalí. Allá un día, ellos se dieron cuenta que había un gran operativo de las fuerzas armadas y no sabían por quien seria, hasta que llegaron a la casa, acusándolo de haber quemado el Teatro, lo cual el negó, pues incluso ni estaba en Concepción cuando se produjo el siniestro. Se lo llevaron a Chillan y lo siguieron interrogando devolviéndolo cada vez en calidad poco menos que de bulto después del “tratamiento”, en que sus compañeros tenían que darle algún alimento liquido con cuchara para que se repusiera.

A pesar que parece que el cuerpo aguanta mucho, después de un tiempo se decidió a decirles que él había quemado el edificio para que lo dejaran tranquilo, en vista de lo cual lo llevaron al Tribunal para condenarlo, llegando allá con todo el pelo desordenado y su vestimenta como si lo hubieran arrastrado por el suelo, dice su compañero Romero, quien estaba de visita también en Quinchamalí el domingo pasado.

Mientras tanto al dar la noticia en la prensa que él había quemado el Teatro, lo puso en tela de juicio una alta personalidad de la prensa local, quien escribió un artículo diciendo que como se les ocurría que Ramón Riquelme, un poeta tan fino, iba a andar haciendo esas cosas. Se corrían una serie de rumores, entre ellos que lo habían llevado a Cobquecura y que después de torturarlo lo habían fusilado en los arenales de la playa. Pero no había confirmación de nada.

En 1974 al estar en la Escuela de la Cárcel de Concepción, que habían trasformado en Campo de Concepción, llego un grupo grande de presos de Chillan camino al Chacabuco y entre ellos dos profesores y escritores que conocía, a quienes les pregunte por Ramón y me dijeron que estaba muy bien, mas gordo y haciendo una Revista de Poesía con otro preso, el poeta Luis Contreras de Quirihue.

Después en el curso del año supimos que lo habían dejado en libertad y que estaba con Tuli en Quinchamalí de nuevo a quien también detuvieron por un tiempo. Por ello cuando tome mis primeras vacaciones después de 1973, fuimos a Quinchamalí en el verano de 1976 a verlo y luego a Quirihue a conocer a Contreras y a Cobquecura. Me mostraron la Revista que hacían en hojas de cuadernos cuadriculados, me las traje a Los Ángeles y en la Oficina en que trabajaba con el arquitecto Ronald Ramm las rehice agregándole ilustraciones mías. Lo cual les gustó a ambos. Continué haciendo la Revista que se llamaba “Camino” hasta prácticamente 1990, todos los meses o más, cuando se dijo que con la Democracia llegaría la alegría. Con la colaboración de estos dos poetas, sobre todo de Ramón y muchos otros mas como Jaime Quezada, Floridor Pérez, Adriana Gallegos, etc. Hemos tratado con los 160 y tantos números digitalizados por la diseñadora Mónica Pérez, antigua colaboradora de la Oficina y de la Revista, transformarlos en un libro que tendría unas 500 paginas, libro de una Revista de Poesía, Arquitectura e Historia, bastante contestataria para la época, en que muchos la encontraban peligrosa.

En esa oportunidad y posteriores hemos podido recorrer el bucólico entorno de Quinchamalí, Nueva Aldea, Confluencia, Ñipas en los faldeos del Cerro Rucamanqui y Los Ulloa de donde viene la familia de Tuli, la cual vuelta a su medio ambiente original, retomo sus actividades de promoción de los pobladores en Cooperativas y de Iglesia, que siempre ha ejercido, siendo un verdadero líder de ellos, toda una Institución en Quinchamalí. Lo cual también le ha servido para enfrentar la situación de salud en que se encuentra actualmente en la vida, gracias a sus creencias religiosas que siempre han tenido, preocupada además que el no quede solo y desguarnecido en su vida futura.

En Concepción y Quinchamalí ha causado preocupación su estado, incluso el Intendente pidió hora para ir a verla pero al final no apareció.

Ramón por otra parte siguió escribiendo sus poemas y publicando aunque sea artesanalmente sus Poemarios, con sus experiencias carcelarias y anteriores, en su sacrificada vida por su condición física que evidentemente la Represión no respeto, lo cual le ha permitido que le den el Premio Municipal de Poesía en Chillan y le publicaran hace dos años un nuevo libro y lo tuvieran postulado para el próximo Premio Regional de Cultura, el cual espero se lo den, por el valor de su poesía y aporte a la cultura en Concepción y Chillan de tantos años ya.

Creo que Ramón Riquelme y Tula Ulloa se merecen el respeto de todos y se debe destacar su aporte cultural realizado todos estos años desde este pequeño pueblo productor de cerámica por sus ancestros mapuches y de cerezas y uvas transformados por sus habitantes en sabrosos mostos que venden en su Cooperativa.

Tula Ulloa estuvo hace años escribiendo una novela con sus vivencias de esos campos y familia, la cual esta en las computadores de unos amigos, esperamos que algún día se puedan sacar de ahí sus textos y publicarlos. Igualmente todos los poemas de Ramón y sus artículos, muchos de ellos publicados en los diarios la Discusión de Chillan y la Tribuna de Los Ángeles.

De esta manera estaríamos honrándolos a ambos y a nosotros mismos y no solo después de desaparecidos como se acostumbra.


Fuente: Osvaldo Cáceres González. Los Ángeles, Chile 8-9 de Octubre del 2005.
[versión en línea] http://www.arteuna.com/convocatoria_2005/Textos/recuerdos76.htm



EL DÍA LUMINOSO(1) de Ramón.(*)

Por Jorge Rosas Godoy (**)


“Ramón Riquelme; como periodista nos ilumina con su prodigiosa memoria en datos, fechas y recuerdos asombrosos; como poeta un hombre que crea en pocas líneas un clima intenso, sentencioso, fino y culto. Una búsqueda por definir un mundo que se escapa de las manos a cada instante, una posibilidad que se esfuma y que duele por ello. Unos sueños por ser hombres mejores para un mundo más humano.” Así lo presentaba Antonio Ferrada en la Revista Cyber Humanitatis Nº 26 (otoño 2003) de la Universidad de Chile (2). No cabe otra forma, de ninguna otra manera se podría presentar a un hombre comprometido, como pocos, en una lucha permanente por la libertad, la democracia y el arte crítico y literario. Esto es, lo dice Ferrada (3), lo que ha provocado “una poesía que deslumbra por su amor a la vida, al silencio más secreto y al amor más imposible” (4). Su afán por los días que se suceden no es otro que el vincular la lectura de lo simple y sencillo de la realidad y los textos de los intelectuales. Sus recados están siempre cargados de una denuncia y un anuncio, lo mismo que su poesía: una expresión sencilla, casi minimalista o haikuense -como dirían ahora- en que se registra una realidad y una percepción al mismo tiempo, inteligida por una razón que no es cerrada, sino que abre la trascendencia entre “barrios, plazas, cafés, paseos peatonales, librerías” y “cerros, ríos y plantas” y por cierto, amigos leales y otros no tanto, de amistad de arraigo como la que sostiene con Don Gonzalo y el mismo Antonio y su familia hasta aquella de la cotidianeidad juvenil y revolucionaria del Pato.

Ramoncito no es el viejito, sino el más joven, el que ve siempre más allá y nos muestra que nuestra propia apreciación es la vieja. Ahí volvemos a tomar rumbos y entonces el poeta cumple con su tarea otra vez, esa tarea que nunca está ausente en él y que es revitalizante: no sólo expresar el mundo sino comprenderlo y, para ello es bueno el sentido crítico y de autocrítica que se refleja en cada una de sus palabras:

Me despertaron
para trabajar:
amanecía sobre los cerros.
Desde entonces
he venido hablando,
escribiendo, trabajando
para que las rosas
vuelvan a tener
el mismo color (5)

De tal suerte que no sólo las rosas tendrán el mismo olor sino toda la realidad entre “castigos”,”réquiem” y “sopa de los domingos” hasta “escribir sobre el vuelo de las flores /o asustar a los niños /con la próxima catástrofe. [pues]/Hoy ha venido un brujo /a contarme cosas /que ya me habían pasado.”

Difícil pues, se hace escribir acerca de un hombre al borde de “el día luminoso” como éste, ya que todo lo que se diga puede ser usado en su o en mi contra o bien puede ser una mera ‘inflación de golpecitos en la espalda’ y fotos más y fotos menos. Pero lo cierto es que, “detrás crece el silencio”.

Enhorabuena para Ramón Riquelme que ha obtenido el Premio Regional de Literatura 2008 (6) y para nosotros también, pues una vez más la sencillez de la poesía nos regala una alegría permanente, aunque…

A veces
se hace
necesario
caer de espaldas
sobre el bullicio.
Romper
con lanzas
y flechas
los trabalenguas
nacientes
en la raíz
del pelo.
No nos seduce
este girar
como aspas
de una rueca
gastada.
No nos complace
lo rítmico
del aburrimiento.
No nos complace
la glotonería
de la vanidad.
Por último
se quiere revisar
las voces antiguas,
se quiere hundir
los pies en el agua
de los ríos celestes.
Se quiere
el silencio
para escapar
al sexo seco.
Viento,
recibe
mi llanto.
Agua,
recibe
mis gritos.
Sol,
recoge
mis heridas
y quema la cara
de los que afean
mi alegría,
de los que cruzan
las manos
para no recibir
mis frutos. (7)

Sí efectivamente, caer de espaldas sobre el bullicio es el mejor ejercicio o accidente del poeta. De tal manera que ni el más “aguzado” cantor o poeta popular podría alcanzar esta gracia como tampoco el más consagrado, ya que la poesía deviene de la naturaleza, de la relación natural de un hombre con la naturaleza y cuya instrumentalización no es otra cosa que la traducción personal de lo inenarrable. Y es por ello que se asume un hablante con actitud enunciativa, pero, y he aquí la magia del demiurgo, dicha actitud se trasunta en apostrófica (profética a ratos) queriendo llamarnos la atención con la denuncia; sin embargo a través de éste, se anuncia una buena nueva que es nada más y nada menos que la poesía, superándolo incluso a él mismo:

Qué vale más: escribir sobre el vuelo de las flores
o asustar a los niños
con la próxima catástrofe.
Hoy ha venido un brujo
a contarme cosas
que ya me habían pasado. (8)

De tal suerte que demiurgo, poeta y hombre se hacen uno solo, incluso desde la prisión, la tortura y la poesía:

Me fueron destruyendo mi personalidad
como si estuviera en una campana de vidrio;
al final de esta historia
ya no sé cómo me llamo;
sólo puedo testificar
que soy un queltehue
muerto de hambre (9)

Y a pesar de que le hayan cambiado todo el universo, la memoria debe adecuarse y seguir adelante:

Nos han cambiado todo el universo
y tú lo sabes;
la memoria se adecua
a todos estos juegos
y tú en la noche sueñas
que escribes las murallas
con palabras groseras
sobré el emperador agónico. (10)

Seguir adelante para que la palabra continúe siendo escrita para que la veamos:

El mar
busca
sus corrientes
para dignificar
al silencio.
La palabra
debe ser escrita
para que
tú la veas. (11)

En fin, esto es sólo una aproximación a un poeta de nuestra tierra, una mezcla de antes y después; de verdad, prisión, tortura y poesía; de RITUAL DE LA EXIGENCIA (12) y de humildad.

Lo reiteramos, enhorabuena Ramón por el Premio Regional de Poesía 2008 de la Octava Región de Chile. Especialmente hoy en que la “posmo” de la globalización hace de las suyas en Nuestra América. Por lo tanto es menester reafirmar que “nuestra amerimodernidad no es un producto de consumo, sino uno cultural, plural respecto de todas nuestras diferencias, a pesar de dictaduras y neoliberalismos varios, diferencias propias del crecimiento natural de nuestros pueblos, que por cierto hay que leer, todavía entre líneas, pues los capitalismos y los modernismos transnacionales no nos dejan ‘ni a luz ni a sombra’, ya que se dieron cuenta de que podemos, efectivamente crecer y transformarnos en la gran potencia del s. XXI: AMERICALATINAMODERNA, finalmente moderna.” (13)

Notas:
(*)Art. publicado [en línea] en http://www.critica.cl/html/rosas_godoy_05.html
(**)Dr. en Literatura. Académico de la UCSC. Concepción. Chile.
(1)Me refiero a El día luminoso. Poemario publicado en 1999. Es con este poemario que he dialogado en este artículo.
(2)http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl/CDA/creacion_sub_simple2/
0,1244,PRID%253D14596%2526SCID%253D14598%2526ISID%253D287%2526SUB%253D0,00.html
(3)Antonio Ferrada, profesor, amigo y poeta presentador de la obra El día luminoso en cyberhumanitatis.
(4)Ibid.
(5)I. LA LUCHA PERMANENTE. LA LUCHA PERMANENTE. En El día luminoso. 1999.
(6)Premio Regional Baldomero Lillo 2008 en la categoría de Artes Literarias, otorgado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
(7)TERCERA CLAVE. En El día luminoso. 1999.
(8) V. EL ESCRITOR Y SUS DELIRIOS. EL ESCRITOR Y SUS DELIRIOS. En El día luminoso. 1999.
(9) DESTRUCCIÓN DE LA PERSONALIDAD. En El día luminoso. 1999.
(10)SOBRE LA FALSIFICACIÓN DE LAS PALABRAS. En El día luminoso. 1999.
(11) EL MURO. VI. En El día luminoso. 1999.
(12) En El día luminoso. 1999.
(13)Ponencia presentada en JALLA. AGOSTO 2008, Santiago de Chile. Y en el II CONGRESO INTERNACIONAL DE LENGUAS Y LITERATURAS INDOAMERICANAS Y XIII JORNADAS DE LENGUA Y LITERATURA MAPUCHE. OCTUBRE 2008. Titulada: Aproximación o una denuncia. Para una nueva teoría crítica para América Latina: Amerimodernidad. La cual ha sido revisada por tercera vez, ya que corresponde a un ensayo publicado con antelación, el 20/04/2005 como “(NEO) M O D E R N I D A D: Una aproximación o una denuncia para una nueva teoría crítica para América Latina”
en [versión en línea] http://critica.cl/html/rosas_godoy_01.htm.
Y también a una publicación en “A. Aproximación Ideológico-cultural”
en [versión en línea] http://www.cybertesis.cl/tesis/uchile/2006/rosas_j/html/index-frames.html

REFERENCIA.
Ramón Riquelme. El día luminoso. Síntesis publicada en 1999. [Versión en línea] en http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl/CDA/creacion_sub_simple
2/0,1244,PRID%253D14596%2526SCID%253D14598%2526ISID%253D287%2526SUB%253D0,00.html

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