jueves, 11 de diciembre de 2008

pORtaDa

SyMb@lEiN. Nº02. Año I. jueves 11 diciembre de 2008.

RAMÓN RIQUELME.


PREMIO REGIONAL DE LITERATURA.



Revista virtual del Poeta Jorge Rosas Godoy. CHILLÁN-CHILE.
ACADÉMICO de la carrera de Pedagogía en Enseñanza Media
en Lenguaje y Comunicación.
Depto de Lenguas. Facultad de Educación
UNIVERSIDAD CATÓLICA DE LA SANTÍSIMA CONCEPCIÓN
CONCEPCIÓN-CHILE.
___________________________________
©®2008. Jorge Rosas Godoy.

eDItOriAL

Premio Regional.
En una época en que todo es global nos encontramos con una gran demanda de Premios Regionales. Ello significa entonces que la globalización no es tal, sino una suspicacia más del sistema neoliberal y posmoderno. Dado que las manifestaciones identitarias que más nos caracterizan son aquellas que se destacan en el quehacer de la comuna, la ciudad, la provincia y la región.
Stuart Hall hace notar este tipo de identidades en una posmodernidad bastante incierta e impresentable todavía en Américalatina, como también nos lo señala Aparecida
En el mundo de hoy se da el fenómeno de la globalización como un entramado de relaciones a nivel planetario. Aunque en ciertos aspectos es un logro de la gran familia humana y una señal de su profunda aspiración a la unidad, sin embargo comporta también el riesgo de los grandes monopolios y de convertir el lucro en valor supremo.

El mismo Larraín aduce que la identidad individual sólo puede construirse en una interacción simbólica con los otros. Esto es un constructo en el que el uno se va construyendo con el otro y sus interrelaciones sociales y /o colectivas hasta definir su propia identidad. De tal suerte que la relación con la globalización no sólo quiere reconquistar y repoblar las expresiones humanas, lejos de las caricaturas hegemónicas, ¡eso sí! para verla superada al reconocer valores culturales como los regionales, especialmente en lo literario, ya que allí, consciente o no, se cifrarán las identidades humanas y culturales de los pueblos.

Pues bien, enhorabuena a Ramón Riquelme por su nominación.

pUBLIcaR aQUí

Publicar en este sitio
Para enviar sus colaboraciones a esta revista remítalos a erosas@ucsc.cl

Para evitar el spam, digite usted por favor la dirección en su programa de correo.

No olvide incluir sus referencias personales:
Nacionalidad, lugar de residencia y/o trabajo, especialidad, grado académico, fechas, etc.
Añada un resumen del artículo o ensayo en el caso de ser esta la colaboración, e infórmenos si desea que incluyamos o no su correo electrónico.

Importante
Los números de las notas (llamadas) póngalos entre paréntesis en el cuerpo del texto y las notas, bibliografía y referencias al final del texto.
Procure enviar los textos desprovistos de tecnicismos admitidos por programas como Word, a saber link a las notas, justificaciones a ambos lados u otros. Nos ahorrará trabajo si el texto nos llega lo más limpio posible.
NO UTILICE EL SISTEMA DE NOTAS AL PIE DEL PROGRAMA WORD, puesto que las llamadas (números) a las notas desaparecen al pasarlos al lenguaje htlm.

Criterios de evaluación
Los trabajos recibidos para su publicación son evaluados en primer lugar por su correspondencia con el tema que nos ocupa, a saber:
1. Creación literaria: poesía y narrativa.
2. La crítica de arte y literaria.
3. La historia de la crítica y de las tendencias y movimientos culturales relacionados con la producción artística e intelectual, especialmente relacionados con América Latina. Además,
4. Artículos y ensayos del área de lingüística y teoría del discurso.

En segundo lugar tenemos en cuenta el interés del tema, la novedad y la madurez del texto y el respeto a las normas mínimas de publicación, citas y referencias.

Importante
Tenga presente que al enviarnos su trabajo nos autoriza a incluir el documento en nuestro archivo y a publicarlo en esta revista digital, o en su versión impresa, renunciando en este acto a sus derechos de propiedad intelectual exclusivamente para los efectos de publicación en esta revista digital o en su versión impresa.

Agradecemos su colaboración y su interés.

LiTeRatUra: ensayos, artículos, reseñas.

La poética esencial de Ramón Riquelme

Bernardo González Koppmann

“Vuelves a leer esos diarios antiguos
para saber dónde está la mentira”
(R. R.)

Conocí a Ramón Riquelme en el Segundo Congreso Binacional de Escritores en Pucón, en diciembre del 2003, y la impresión inmediata que me deparó su rústica personalidad fue la certeza de estar en presencia de una semilla que guardara esperanzas de vida nueva en su interior. Algún día será flor y fruto macerado, me dije, en las retinas del lector anónimo que todos llevamos alma adentro. Y no me equivoqué.

Ramón Riquelme nace en Concepción, en 1933, iniciando su trabajo poético en 1965, cuando se publican sus primeros textos. De formación autodidacta, desarrolla una intensa actividad cultural - política y humana - en su ciudad de origen. Sin embargo, lo encontramos a mediados de los años setenta en Quinchamalí dispuesto a reedificar un mundo fracturado por la dictadura militar, régimen frente al cual Ramón, como hombre libre de espíritu y acción, resultaba ser una amenaza sólo por el hecho de pensar distinto. Por su condición de poeta simpatizante de las causas populares sufre la cárcel y la tortura, mas no reniega ni renuncia jamás a la belleza.

Su residencia en Quinchamalí, aldea alfarera distante 30 kilómetros al poniente de Chillán, se materializa en la quinta “El pensamiento”, junto a Tuly Ulloa, su compañera de toda la vida recientemente fallecida (2005), rodeados del trabajo de la tierra - la greda y las plantas -. Allí recibe regularmente a sus amigos de todo el país, quienes buscan el diálogo y la palabra justa, certera, viva. Sus viajes a Chillán son programados de acuerdo a una lógica comunicacional que sólo entienden sus más cercanos. Entrega notas críticas al diario La Discusión, visita la Librería Universitaria, el Café Europa y ojea revistas y suplementos literarios, afán que tanto agrada a sus pupilas siempre abiertas al asombro.

Sobre su personalidad poética diremos escuetamente (como sus poemas) que es silencioso y profundo; es decir, verdadero. Tiene la madera de un Jorge Teillier, de un Miguel Hernández, de un Jorge González Bastías (el lárico maulino) y de muchos que rehuyen de esa bolina, de ese ruido contaminante que distorsiona la percepción esencial hasta anularla y, así, lejos ya de todo encantamiento, no podemos asir la esquiva belleza. Cuando no estamos atentos, el matiz revelador se nos escapa como la luz entre los dedos porque no hemos entendido que la poesía es un fugaz resplandor para siempre y no ese saco de vanidad, esa mochila horrible de souvenires, diplomas, dimes y diretes que nos impide soñar y ser mejores.

Ramón Riquelme así se ha convertido en el paradigma del poeta que debemos rescatar para las nuevas promociones de escritores. Lector incansable, retirado, en contacto directo con la naturaleza; no como turista depredador sino como creador artesanal de huertas, jardines, cerámicas y, en especial, de una obra poética que estimamos de gran valor. Urge mantener, preservar y difundir una literatura de esta estirpe.

A modo de ilustración leamos el poema “Vejez”: “Se te olvida todo: el dinero,/ las fechas de aniversario,/ poner la bandera frente de tu casa;/ pero, no se te olvida besarle/ los frutos a esa niña/ que te trae las empanadas/ para el almuerzo”. Este es el modo simple y profundo, es decir sabio, de poetizar de Riquelme. Palabra dicha en la levedad más absoluta y sustantiva. Trazo breve, pero definitivo; hallazgos inusitados que conmueven porque van directo a la memoria emotiva del hombre sencillo de su pueblo y se quedan ahí buceando alguna correspondencia que decante en afecto, gratitud o compromiso. Creo que pertenece a la generación del 50 en Chile, donde destacan Lihn, Barquero, Teillier, su amigo Sergio Hernández, Rolando Cárdenas, Arteche, Rosa Cruchaga y otros. Poesía que asume el gesto fraterno; que hurga en el paisaje interno; cercana de Parra y Rojas, síntesis y renovación de las letras a partir del ser humano y su cotidiana manera de amar y ser amado. También, por similitud de estilo, podríamos enlazarlo a las mejores cualidades de la generación del 60 (Hahn, Millán o Waldo Rojas) y su caballito de batalla: el poema breve.

Recomendamos leer y degustar la poesía de Ramón Riquelme a la sombra de cualquier árbol, solos o acompañados acaso por grillos o treiles, acaso por el lucero y su soledad. Así caerán sus palabras a nuestro subconsciente lírico como las piedritas que alguna vez tiramos al río del silencio y sus ondas se fueron prolongando de tumbo en tumbo hasta rozar nuestra asombrada humanidad

Fuente:
http://poesia-maule.com/revista/poeta/cronicas/article_63.shtml#top




Sobre Tula Ulloa y Ramón Riquelme
Por Osvaldo Cáceres González

La hecatombe comenzó a fines del 2003, con los arquitectos Santiago Aguirre, Victoria Meier, Ángela Schweitzer, Myriam Weisberg, Horst Bauman, Sergio González, Angelita García Faure, que si bien eran todos de la tercera y hasta cuarta edad, no tenían porqué morirse cuando otros contemporáneos de ellos seguimos vivos. Luego fallecieron dos arquitectos más jóvenes: Manuel Moreno y Manuel Carrasco, cincuentones. Además los amigos John Vallejos, dibujante y Rene Blanco, corredor de Propiedades. Una verdadera hecatombe como dirían los griegos.

Fuimos el domingo pasado 6 de Octubre, a ver a Tuli Ulloa, cuyo nombre verdadero es Buenaventura Ulloa, a su casa en Quinchamalí, a donde la trasladaron del Hospital de Concepción el miércoles 2. “Estoy desahuciada”, nos dijo, “pero estoy tranquila, me siento y he sido feliz. Estoy comiendo lo que me gusta, claro que pasado como una papa de guagua”. Me contó, como una cosa jocosa, que estando en el Hospital Regional, un día se sintió ahogada por las sabanas y comenzó a gritar:”¡ me estoy ahogando”¡, ¡“me estoy ahogando”¡ y una viejecita que estaba en un extremo de la misma pieza de seis personas, creyó que se estaba muriendo y empezó a rezar a viva voz por ella, coreada por las otras enfermas, encomendándola a Dios y pidiendo que tuviera en consideración por que era comunista.

A Ramón y Tuli los conozco desde fines de la década del 50 y comienzos del 60 cuando tenían el Grupo Literario Vanguardia que funcionaba en el subterráneo de la Librería Merino, en el antiguo edificio de la Municipalidad de Concepción, en Aníbal Pinto esquina Barros Arana y donde participaban José Chesta, Berta Quiero y otros. Ella era muy buena modista y encargada del Vestuario del Teatro de la Universidad de Concepción (TUC). Ramón era ya poeta conocido y periodista ocasional en especial por sus entrevistas para varios diarios y revistas. Había tenido una hemiplejía en su adolescencia y pasado años en cama, se había leído entonces podíamos decir como de Rimbaud: todos los libros del mundo. Le habían quedado secuelas en cierta rigidez de la cara y piernas para caminar, además de escasos dientes. Hasta ahora, excepto los dientes, que amigos dentistas que lo invitaron después a darles un recital, se los colocaron.

Se casaron en esos años, después del terremoto del 60 y me toco ser testigo de su matrimonio. Vivieron un tiempo en Los Ángeles a fines de la década del 60, dirigiendo Tuli un Taller de Vestuario. Participaron Ramón y Tuli durante la Unidad Popular en la creación del Instituto Chileno Cubano de Cultura, por lo cual también en homenaje que le hicimos a Javier Licimaco Gutiérrez, arquitecto boliviano de la Generación del 50, formado en Chile, que había trabajado en Cuba casi toda la década del 60 y muerto en la Resistencia en Bolivia en 1972.

Para el 11 de Septiembre estaban viviendo en el Campamento Luciano Cruz en Lonco, el cual fue desmantelado pocos días después. A falta de apoyo de amigos, perseguidos ya por al represión, decidieron irse a casa de la familia de la Tuli en Quinchamalí. Un amigo contó después que vieron a Ramón cerca de la Estación de Concepción, de donde se fueron seguramente en el tren que había entonces por la Costa a Chillán.

Cuando estábamos detenidos en la 4ª Comisaría de Carabineros de Concepción, los primeros días de Octubre, sentados sobre el suelo al sol en el patio, una señora a mi lado a quien habían interrogado recién, lloraba diciendo que no sabia donde estaba la señora Tuli y don Ramón.

Lo que había pasado era que el 23 de Septiembre “se había quemado” el Teatro Concepción, y andaban buscando culpables. Cuando al parecer de muchos, las mismas fuerzas de represión, lo habían quemado, pues suponían que había documentos y armas del MIR. Lo cual fue noticia nacional por la importancia del edificio y el hecho que acababa de terminar de ser reparado después de los efectos del Terremoto del 60.

Después del incendio, anduvieron preguntando en la Biblioteca de la Universidad de Concepción, en esa época al lado del Teatro, una antigua funcionaria, dijo que por ahí había visto a don Ramón Riquelme esos días y que él podía ser el autor del incendio. Ella lo conocía puesto que como escritor era visitante asiduo de esa institución.

Por eso andaban buscándolos, hasta que supieron que estaban en Quinchamalí. Allá un día, ellos se dieron cuenta que había un gran operativo de las fuerzas armadas y no sabían por quien seria, hasta que llegaron a la casa, acusándolo de haber quemado el Teatro, lo cual el negó, pues incluso ni estaba en Concepción cuando se produjo el siniestro. Se lo llevaron a Chillan y lo siguieron interrogando devolviéndolo cada vez en calidad poco menos que de bulto después del “tratamiento”, en que sus compañeros tenían que darle algún alimento liquido con cuchara para que se repusiera.

A pesar que parece que el cuerpo aguanta mucho, después de un tiempo se decidió a decirles que él había quemado el edificio para que lo dejaran tranquilo, en vista de lo cual lo llevaron al Tribunal para condenarlo, llegando allá con todo el pelo desordenado y su vestimenta como si lo hubieran arrastrado por el suelo, dice su compañero Romero, quien estaba de visita también en Quinchamalí el domingo pasado.

Mientras tanto al dar la noticia en la prensa que él había quemado el Teatro, lo puso en tela de juicio una alta personalidad de la prensa local, quien escribió un artículo diciendo que como se les ocurría que Ramón Riquelme, un poeta tan fino, iba a andar haciendo esas cosas. Se corrían una serie de rumores, entre ellos que lo habían llevado a Cobquecura y que después de torturarlo lo habían fusilado en los arenales de la playa. Pero no había confirmación de nada.

En 1974 al estar en la Escuela de la Cárcel de Concepción, que habían trasformado en Campo de Concepción, llego un grupo grande de presos de Chillan camino al Chacabuco y entre ellos dos profesores y escritores que conocía, a quienes les pregunte por Ramón y me dijeron que estaba muy bien, mas gordo y haciendo una Revista de Poesía con otro preso, el poeta Luis Contreras de Quirihue.

Después en el curso del año supimos que lo habían dejado en libertad y que estaba con Tuli en Quinchamalí de nuevo a quien también detuvieron por un tiempo. Por ello cuando tome mis primeras vacaciones después de 1973, fuimos a Quinchamalí en el verano de 1976 a verlo y luego a Quirihue a conocer a Contreras y a Cobquecura. Me mostraron la Revista que hacían en hojas de cuadernos cuadriculados, me las traje a Los Ángeles y en la Oficina en que trabajaba con el arquitecto Ronald Ramm las rehice agregándole ilustraciones mías. Lo cual les gustó a ambos. Continué haciendo la Revista que se llamaba “Camino” hasta prácticamente 1990, todos los meses o más, cuando se dijo que con la Democracia llegaría la alegría. Con la colaboración de estos dos poetas, sobre todo de Ramón y muchos otros mas como Jaime Quezada, Floridor Pérez, Adriana Gallegos, etc. Hemos tratado con los 160 y tantos números digitalizados por la diseñadora Mónica Pérez, antigua colaboradora de la Oficina y de la Revista, transformarlos en un libro que tendría unas 500 paginas, libro de una Revista de Poesía, Arquitectura e Historia, bastante contestataria para la época, en que muchos la encontraban peligrosa.

En esa oportunidad y posteriores hemos podido recorrer el bucólico entorno de Quinchamalí, Nueva Aldea, Confluencia, Ñipas en los faldeos del Cerro Rucamanqui y Los Ulloa de donde viene la familia de Tuli, la cual vuelta a su medio ambiente original, retomo sus actividades de promoción de los pobladores en Cooperativas y de Iglesia, que siempre ha ejercido, siendo un verdadero líder de ellos, toda una Institución en Quinchamalí. Lo cual también le ha servido para enfrentar la situación de salud en que se encuentra actualmente en la vida, gracias a sus creencias religiosas que siempre han tenido, preocupada además que el no quede solo y desguarnecido en su vida futura.

En Concepción y Quinchamalí ha causado preocupación su estado, incluso el Intendente pidió hora para ir a verla pero al final no apareció.

Ramón por otra parte siguió escribiendo sus poemas y publicando aunque sea artesanalmente sus Poemarios, con sus experiencias carcelarias y anteriores, en su sacrificada vida por su condición física que evidentemente la Represión no respeto, lo cual le ha permitido que le den el Premio Municipal de Poesía en Chillan y le publicaran hace dos años un nuevo libro y lo tuvieran postulado para el próximo Premio Regional de Cultura, el cual espero se lo den, por el valor de su poesía y aporte a la cultura en Concepción y Chillan de tantos años ya.

Creo que Ramón Riquelme y Tula Ulloa se merecen el respeto de todos y se debe destacar su aporte cultural realizado todos estos años desde este pequeño pueblo productor de cerámica por sus ancestros mapuches y de cerezas y uvas transformados por sus habitantes en sabrosos mostos que venden en su Cooperativa.

Tula Ulloa estuvo hace años escribiendo una novela con sus vivencias de esos campos y familia, la cual esta en las computadores de unos amigos, esperamos que algún día se puedan sacar de ahí sus textos y publicarlos. Igualmente todos los poemas de Ramón y sus artículos, muchos de ellos publicados en los diarios la Discusión de Chillan y la Tribuna de Los Ángeles.

De esta manera estaríamos honrándolos a ambos y a nosotros mismos y no solo después de desaparecidos como se acostumbra.


Fuente: Osvaldo Cáceres González. Los Ángeles, Chile 8-9 de Octubre del 2005.
[versión en línea] http://www.arteuna.com/convocatoria_2005/Textos/recuerdos76.htm



EL DÍA LUMINOSO(1) de Ramón.(*)

Por Jorge Rosas Godoy (**)


“Ramón Riquelme; como periodista nos ilumina con su prodigiosa memoria en datos, fechas y recuerdos asombrosos; como poeta un hombre que crea en pocas líneas un clima intenso, sentencioso, fino y culto. Una búsqueda por definir un mundo que se escapa de las manos a cada instante, una posibilidad que se esfuma y que duele por ello. Unos sueños por ser hombres mejores para un mundo más humano.” Así lo presentaba Antonio Ferrada en la Revista Cyber Humanitatis Nº 26 (otoño 2003) de la Universidad de Chile (2). No cabe otra forma, de ninguna otra manera se podría presentar a un hombre comprometido, como pocos, en una lucha permanente por la libertad, la democracia y el arte crítico y literario. Esto es, lo dice Ferrada (3), lo que ha provocado “una poesía que deslumbra por su amor a la vida, al silencio más secreto y al amor más imposible” (4). Su afán por los días que se suceden no es otro que el vincular la lectura de lo simple y sencillo de la realidad y los textos de los intelectuales. Sus recados están siempre cargados de una denuncia y un anuncio, lo mismo que su poesía: una expresión sencilla, casi minimalista o haikuense -como dirían ahora- en que se registra una realidad y una percepción al mismo tiempo, inteligida por una razón que no es cerrada, sino que abre la trascendencia entre “barrios, plazas, cafés, paseos peatonales, librerías” y “cerros, ríos y plantas” y por cierto, amigos leales y otros no tanto, de amistad de arraigo como la que sostiene con Don Gonzalo y el mismo Antonio y su familia hasta aquella de la cotidianeidad juvenil y revolucionaria del Pato.

Ramoncito no es el viejito, sino el más joven, el que ve siempre más allá y nos muestra que nuestra propia apreciación es la vieja. Ahí volvemos a tomar rumbos y entonces el poeta cumple con su tarea otra vez, esa tarea que nunca está ausente en él y que es revitalizante: no sólo expresar el mundo sino comprenderlo y, para ello es bueno el sentido crítico y de autocrítica que se refleja en cada una de sus palabras:

Me despertaron
para trabajar:
amanecía sobre los cerros.
Desde entonces
he venido hablando,
escribiendo, trabajando
para que las rosas
vuelvan a tener
el mismo color (5)

De tal suerte que no sólo las rosas tendrán el mismo olor sino toda la realidad entre “castigos”,”réquiem” y “sopa de los domingos” hasta “escribir sobre el vuelo de las flores /o asustar a los niños /con la próxima catástrofe. [pues]/Hoy ha venido un brujo /a contarme cosas /que ya me habían pasado.”

Difícil pues, se hace escribir acerca de un hombre al borde de “el día luminoso” como éste, ya que todo lo que se diga puede ser usado en su o en mi contra o bien puede ser una mera ‘inflación de golpecitos en la espalda’ y fotos más y fotos menos. Pero lo cierto es que, “detrás crece el silencio”.

Enhorabuena para Ramón Riquelme que ha obtenido el Premio Regional de Literatura 2008 (6) y para nosotros también, pues una vez más la sencillez de la poesía nos regala una alegría permanente, aunque…

A veces
se hace
necesario
caer de espaldas
sobre el bullicio.
Romper
con lanzas
y flechas
los trabalenguas
nacientes
en la raíz
del pelo.
No nos seduce
este girar
como aspas
de una rueca
gastada.
No nos complace
lo rítmico
del aburrimiento.
No nos complace
la glotonería
de la vanidad.
Por último
se quiere revisar
las voces antiguas,
se quiere hundir
los pies en el agua
de los ríos celestes.
Se quiere
el silencio
para escapar
al sexo seco.
Viento,
recibe
mi llanto.
Agua,
recibe
mis gritos.
Sol,
recoge
mis heridas
y quema la cara
de los que afean
mi alegría,
de los que cruzan
las manos
para no recibir
mis frutos. (7)

Sí efectivamente, caer de espaldas sobre el bullicio es el mejor ejercicio o accidente del poeta. De tal manera que ni el más “aguzado” cantor o poeta popular podría alcanzar esta gracia como tampoco el más consagrado, ya que la poesía deviene de la naturaleza, de la relación natural de un hombre con la naturaleza y cuya instrumentalización no es otra cosa que la traducción personal de lo inenarrable. Y es por ello que se asume un hablante con actitud enunciativa, pero, y he aquí la magia del demiurgo, dicha actitud se trasunta en apostrófica (profética a ratos) queriendo llamarnos la atención con la denuncia; sin embargo a través de éste, se anuncia una buena nueva que es nada más y nada menos que la poesía, superándolo incluso a él mismo:

Qué vale más: escribir sobre el vuelo de las flores
o asustar a los niños
con la próxima catástrofe.
Hoy ha venido un brujo
a contarme cosas
que ya me habían pasado. (8)

De tal suerte que demiurgo, poeta y hombre se hacen uno solo, incluso desde la prisión, la tortura y la poesía:

Me fueron destruyendo mi personalidad
como si estuviera en una campana de vidrio;
al final de esta historia
ya no sé cómo me llamo;
sólo puedo testificar
que soy un queltehue
muerto de hambre (9)

Y a pesar de que le hayan cambiado todo el universo, la memoria debe adecuarse y seguir adelante:

Nos han cambiado todo el universo
y tú lo sabes;
la memoria se adecua
a todos estos juegos
y tú en la noche sueñas
que escribes las murallas
con palabras groseras
sobré el emperador agónico. (10)

Seguir adelante para que la palabra continúe siendo escrita para que la veamos:

El mar
busca
sus corrientes
para dignificar
al silencio.
La palabra
debe ser escrita
para que
tú la veas. (11)

En fin, esto es sólo una aproximación a un poeta de nuestra tierra, una mezcla de antes y después; de verdad, prisión, tortura y poesía; de RITUAL DE LA EXIGENCIA (12) y de humildad.

Lo reiteramos, enhorabuena Ramón por el Premio Regional de Poesía 2008 de la Octava Región de Chile. Especialmente hoy en que la “posmo” de la globalización hace de las suyas en Nuestra América. Por lo tanto es menester reafirmar que “nuestra amerimodernidad no es un producto de consumo, sino uno cultural, plural respecto de todas nuestras diferencias, a pesar de dictaduras y neoliberalismos varios, diferencias propias del crecimiento natural de nuestros pueblos, que por cierto hay que leer, todavía entre líneas, pues los capitalismos y los modernismos transnacionales no nos dejan ‘ni a luz ni a sombra’, ya que se dieron cuenta de que podemos, efectivamente crecer y transformarnos en la gran potencia del s. XXI: AMERICALATINAMODERNA, finalmente moderna.” (13)

Notas:
(*)Art. publicado [en línea] en http://www.critica.cl/html/rosas_godoy_05.html
(**)Dr. en Literatura. Académico de la UCSC. Concepción. Chile.
(1)Me refiero a El día luminoso. Poemario publicado en 1999. Es con este poemario que he dialogado en este artículo.
(2)http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl/CDA/creacion_sub_simple2/
0,1244,PRID%253D14596%2526SCID%253D14598%2526ISID%253D287%2526SUB%253D0,00.html
(3)Antonio Ferrada, profesor, amigo y poeta presentador de la obra El día luminoso en cyberhumanitatis.
(4)Ibid.
(5)I. LA LUCHA PERMANENTE. LA LUCHA PERMANENTE. En El día luminoso. 1999.
(6)Premio Regional Baldomero Lillo 2008 en la categoría de Artes Literarias, otorgado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
(7)TERCERA CLAVE. En El día luminoso. 1999.
(8) V. EL ESCRITOR Y SUS DELIRIOS. EL ESCRITOR Y SUS DELIRIOS. En El día luminoso. 1999.
(9) DESTRUCCIÓN DE LA PERSONALIDAD. En El día luminoso. 1999.
(10)SOBRE LA FALSIFICACIÓN DE LAS PALABRAS. En El día luminoso. 1999.
(11) EL MURO. VI. En El día luminoso. 1999.
(12) En El día luminoso. 1999.
(13)Ponencia presentada en JALLA. AGOSTO 2008, Santiago de Chile. Y en el II CONGRESO INTERNACIONAL DE LENGUAS Y LITERATURAS INDOAMERICANAS Y XIII JORNADAS DE LENGUA Y LITERATURA MAPUCHE. OCTUBRE 2008. Titulada: Aproximación o una denuncia. Para una nueva teoría crítica para América Latina: Amerimodernidad. La cual ha sido revisada por tercera vez, ya que corresponde a un ensayo publicado con antelación, el 20/04/2005 como “(NEO) M O D E R N I D A D: Una aproximación o una denuncia para una nueva teoría crítica para América Latina”
en [versión en línea] http://critica.cl/html/rosas_godoy_01.htm.
Y también a una publicación en “A. Aproximación Ideológico-cultural”
en [versión en línea] http://www.cybertesis.cl/tesis/uchile/2006/rosas_j/html/index-frames.html

REFERENCIA.
Ramón Riquelme. El día luminoso. Síntesis publicada en 1999. [Versión en línea] en http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl/CDA/creacion_sub_simple
2/0,1244,PRID%253D14596%2526SCID%253D14598%2526ISID%253D287%2526SUB%253D0,00.html

LiNGüíSTiCA: ensayos, artículos, reseñas.

LA EDUCACIÓN LINGÜÍSTICA Y EL LIMBO DE LOS JUSTOS
(En Signos , Teoría y práctica de la educación ,
22 Octubre – Diciembre 1997 Página 62-63
ISSN 1131-8600)
CARLOS LOMAS clomas@almez.pntic.mec.es


El objetivo esencial de la educación lingüística y literaria en la enseñanza obligatoria es contribuir a la adquisición y al dominio de las destrezas comunicativas más habituales en la vida de las personas (hablar, leer, entender y escribir). Nadie niega ya algo tan obvio y quizá por ello en la actualidad la enseñanza de la lengua y de la literatura en la educación secundaria obligatoria se orienta a favorecer el aprendizaje de los conocimientos y de las habilidades que hacen posible un uso adecuado de la lengua en las diferentes situaciones del intercambio comunicativo. De ahí que no baste ya con la enseñanza de un cierto saber lingüístico (fonética, fonología, morfología y sintaxis) cuyo aprendizaje escolar (a menudo efímero) no garantiza por sí solo la mejora de las capacidades de expresión y comprensión de las personas. Si de lo que se trata es de ayudar a los alumnos y a las alumnas en el difícil y arduo aprendizaje de la comunicación, entonces la educación lingüística y literaria en las aulas debe contribuir también a ayudarles a saber hacer cosas con las palabras y, de esta manera, a adquirir el mayor grado posible de competencia comunicativa en las diversas situaciones y contextos de la comunicación.

El Real Decreto sobre contenidos mínimos del área de Lengua castellana y Literatura en la educación secundaria obligatoria, elaborado a instancias del actual Ministerio de Educación y Cultura y en la actualidad sometido a los avatares de la dialéctica del pacto político, es un paso atrás en ese énfasis comunicativo de la educación lingüística y literaria en nuestro país. De la lectura del sendero interminable de contenidos lingüísticos y literarios que se bifurcan en el decreto se deduce una obvia voluntad de retorno a los orígenes de un pasado didáctico en el que la educación lingüística se orientaba de forma casi exclusiva al estudio del "núcleo gramatical, morfológico y sintáctico". En consecuencia, en el documento del Ministerio de Educación y Cultura se insiste hasta la saciedad en el análisis de ese objeto formal que es el sistema lingüístico creyendo no sé si con buena voluntad pero desde luego con una cierta dosis de ignorancia pedagógica que "sólo estudiando gramática se aprende a usar la lengua".

Y ello pese a que ilustres filólogos como Rodolfo Lenz y Américo Castro alertaran hace ya casi un siglo acerca de algunos usos y abusos de la enseñanza gramatical en la educación obligatoria. Para Lenz (1912), "la lengua materna no la aprende nadie según reglas de gramática" y "si conocer a fondo la gramática" fuera condición indispensable para ser artista del lenguaje, poeta, escritor, orador, ¿por qué no son los mejores gramáticos a la vez los más grandes escritores? No se siga creyendo en el valor práctico de un análisis gramatical hecho con términos técnicos cuyo alcance científico, si acaso lo tienen, queda en tinieblas para los alumnos y, a veces, también para los profesores". Por su parte, Américo Castro señala diez años más tarde (1924): "La gramática no sirve para enseñar a hablar y escribir correctamente la lengua propia, lo mismo que el estudio de la fisiología y de la acústica no enseñan a bailar, o que la mecánica no en seña a montar en bicicleta. Esto es de tal vulgaridad que avergüenza tener que escribirlo una y otra vez".

No debe interpretarse que al citar a estos autores estoy proponiendo el destierro de las aulas de la gramática sino ciertas formas de entender la enseñanza gramatical desligadas de la reflexión sobre el uso lingüístico de las personas y del objetivo de mejorar la competencia comunicativa de los alumnos y de las alumnas. La gramática no debe ser el eje del aprendizaje lingüístico sino una utilísima herramienta al servicio de la mejora de las destrezas comunicativas de las personas.

Porque los textos no sólo tienen una textura sino también un contexto de uso y una intención. De ahí que, al aprender a usar una lengua, no sólo aprendamos a construir frases gramaticalmente correctas sino también, y sobre todo, a saber qué decir a quién, cuándo y cómo decirlo y qué y cuándo callar. En cuanto a la educación literaria, ésta se concibe ahora como el conocimiento académico de las obras, autores y géneros de la historia interminable de la literatura universal (desde las literaturas egipcias y mesopotámicas hasta la generación de los novísimos, desde Esquilo, Eurípides y Terencio hasta Benavente y Buero Vallejo, pasando, claro está, por Shakespeare). Quien crea que es posible enseñar este caudal casi infinito de conceptos y de hechos literarios en el escaso horario del área y que así se contribuye en las aulas de la enseñanza secundaria obligatoria a la educación literaria de los actuales adolescentes es que ha encontrado al fin la cuadratura del círculo instalado en el limbo de los justos.

¿Y qué decir de los treinta (sic) criterios de evaluación? Quienes evalúen interpretando literalmente estos criterios contribuirán eficazmente (como acaso se pretende) a la selección escolar de las especies ya que el conjunto de conocimientos y de habilidades lingüísticodiscursivas que se desprenden de ellos dibujan ese hablante ideal sobre el que tanto escribiera Noam Chomsky. ¿Se imaginan ustedes a los actuales cruzados de la causa de las humanidades indagando sobre la hiponimia,elaborando estructuras de campos semánticos o determinando los valores deícticos y anafóricos de las formas verbales? ¿Es posible evitar una cierta sensación de espejismo (y una cierta ironía) al leer como criterio de evaluación "memorizar poemas"?

En última instancia, el diálogo sobre estos asuntos no es sólo de naturaleza lingüística o pedagógica ya que nos obliga a volver a pensar en si, pese a todo, seguimos creyendo en una educación secundaria obligatoria a la que acudan todos los alumnos y todas las alumnas de este país o si, por el contrario, es mejor evocar con nostalgia esas otras épocas (no tan lejanas en el tiempo y en la memoria) en las que se segregaba a tempranas edades a quienes por su origen sociocultural parecían haber nacido para perder. Digámoslo con claridad: el diálogo sobre estos asuntos es, ante todo, de naturaleza ideológica y en este contexto el decreto oficial que establece los contenidos mínimos de Lengua castellana y Literatura no es un texto inocente e inocuo sino una herramienta (en manos de quienes ostentan el poder) al servicio de la selección escolar y de una cada vez más obvia voluntad de acabar con una educación secundaria obligatoria tan ingrata en su calidad de espejo de la diversidad (y de la desigualdad) sociocultural en nuestras sociedades. Opinar (y hacer) en contra de esta voluntad incomoda, especialmente a quienes con cierta nostalgia de otras épocas siguen creyendo que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Pese a las dificultades y pese al desánimo, estas líneas desean ser una invitación a la esperanza. Porque cada día somos más quienes creemos que enseñar lengua en la educación obligatoria no es enseñar una de las lingüísticas al uso sino mejorar las habilidades comunicativas de las personas y enseñar literatura no es abandonar a su suerte a los alumnos en el intrincado laberinto de la historia universal de la literatura sino enseñar a entender los textos literarios, estimular el disfrute de su lectura y animar al ejercicio del placer de la escritura. Porque cualquier tiempo pasado no fue mejor, merece la pena seguir intentando que adolescentes y jóvenes entiendan que el uso adecuado de esa herramienta de comunicación y representación que es el lenguaje es algo enormemente útil en los diversos ámbitos de su vida personal y social. De ahí la fascinación que ejerce el lenguaje en nuestras vidas y de ahí el intento de quienes enseñamos lengua y literatura por transmitir a quienes acuden de lunes a viernes a las aulas de los institutos esa fascinación por el lenguaje, por las lenguas y por sus usos.


Carlos Lomas es profesor de educación secundaria, director de SIGNOS y codirector de TEXTOS de Didáctica de la lengua y la literatura (teléfono de contacto: 985342100).



DISCURSO, COGNICION Y SOCIEDAD*

Teun A. Van Dijk

(En Signos , Teoría y práctica de la educación , 22 Octubre – Diciembre 1997 Página 66-74 ISSN 1131-8600)


El análisis del discurso se ha convertido en una de las propuestas más importantes en el seno de las humanidades y de las ciencias sociales. Miles de estudiosos, en todo el mundo, están ocupándose del estudio del texto y del habla en sus contextos sociales, políticos y culturales. De ahí que estas páginas sean especialmente interesantes para el profesorado. En primer lugar, porque pocos profesores tienen la oportunidad de leer todos los trabajos relevantes del análisis del discurso en general y de análisis del discurso sociopolítico en particular, la mayoría de los cuales está en inglés. En segundo lugar, en ellos se subraya la relevancia de toda investigación multidisciplinar, especialmente en una "ínterdisciplina" como el análisis del discurso que abarca desde la lingüística, la literatura y la semiótica hasta la pragmática, la sociología, la antropología, la ciencia política, la psicología, la historia o los estudios de comunicación y otras ciencias sociales. Por ello, los principios básicos que se presentan aquí deforma esquemática son relevantes para el profesorado de distintas disciplinas. En tercer lugar, el tipo de análisis del discurso sociopolítico por el que se aboga en este artículo se orienta hacia los problemas y está especialmente pensado para su aplicación a múltiples ámbitos, de entre los cuales el ámbito educativo es uno de los más importantes.

El discurso didáctico es complejo y diverso y va desde libros de texto, exámenes y el discurso oficial hasta los diálogos en el aula. Un enfoque tradicional consistiría simplemente en estudiar las características estructurales (verbales y visuales) del texto y del habla en la escuela. la perspectiva interdisciplinar que se presenta aquí va bastante más allá de tales análisis estructurales. En primer lugar, pone el acento en una aportación fundamental del actual análisis del discurso, a saber: que todo discurso debería describirse explícitamente en sus contextos sociales y culturales. El discurso didáctico y sus propiedades no pueden comprenderse bien si no se hacen explícitas sus funciones para la sociedad y en especial para profesores y estudiantes. En segundo lugar, en contraste con gran parte de los estudios políticos del discurso educativo, mi propuesta también pone el acento en el papel fundamental de la cognición social, tal como el conocimiento, las actitudes y las ideologías. Si es que existe una situación en la que tales cogniciones sociales se adquieren y cambian, es a través del discurso educativo. En resumen, tanto para la investigación teórica como para la empírica, así como para las experiencias cotidianas de los profesores, es crucial tener una visión amplia y multidisciplinar de la naturaleza del texto y del habla que se produce en el ámbito educativo. La propuesta que aquí se presenta ofrece las bases para una visión de ese tipo.

En mis anteriores trabajos sobre racismo (1987, 1991 y 1997), me he situado dentro de un marco más amplio y multidisciplinar, que usualmente se presupone o que se formula sólo parcialmente. En este artículo trataré de resumirlo brevemente de una forma más coherente. Este marco explica la especificidad de las elecciones, de los intereses, de las conceptualizaciones y de la orientación general de mi investigación. Si bien esta propuesta es esencialmente multidisciplinar, debería entenderse teniendo en cuenta mis primeros trabajos sobre el discurso (1977, 1978), que se desarrollaron a partir de las concepciones estructuralistas y generativistas iniciales sobre la estructura textual, siguiendo por un enfoque psicológico cognitivista sobre el procesamiento discursivo hasta llegar a un estudio más crítico y sociopolítico de determinados aspectos sociales (como el racismo y las noticias periodísticas) que se reproducen a través del discurso (1990).

Puesto que mi trabajo actual se puede denominar también "crítico" por su especial interés en combinar la teoría, la descripción y las intervenciones activas frente a la desigualdad social, este planteamiento constituye también una propuesta para llevar a cabo un análisis crítico del discurso.

Así pues, tomando como bagaje casi 30 años de investigación sobre muchos aspectos del estudio del uso lingüístico, me he dado cuenta de que, al lado de la necesaria especialización, la integración teórica se ha convertido en algo imperativo. Esa integración requiere 2. necesariamente cruzar varias fronteras disciplinares. Ya o no estamos satisfechos con las explicaciones estrechas, aunque explícitas, que del discurso se obtienen en términos de gramáticas o de otras teorías sobre las estructuras abstractas, incluyendo las de la interacción conversacional. Del mismo modo, el uso lingüístico va mucho más allá de los procesos cognitivos de producción y comprensión, tal como los estudian los psicólogos, o de las variaciones sociales de las formas lingüísticas, tal como se analizan en sociolingüística.

En la historia de la lingüística y en algunas otras disciplinas del ámbito de las humanidades y de las ciencias sociales, cada década parece añadir al menos una dimensión más de estructura, significado o funcionalidad a ese complejo objeto de análisis que es el lenguaje o el discurso. Mientras el foco de la primera lingüística estructural se limitaba al estudio fonológico de las estructuras abstractas de los sonidos, seguida por los acercamientos estructuralistas y generativistas a la sintaxis y después, finalmente, por los estudios sobre el significado en las décadas siguientes, nos encontramos ahora ante una mayor variedad de fenómenos, todos ellos asociados con el uso lingüístico, el discurso y la comunicación en sus contextos sociales, políticos y culturales. Hemos aprendido a movernos con mayor libertad entre la forma, el significado y la acción, entre las estructuras abstractas y las formas de los textos y del habla reales que se producen de manera natural, entre las estructuras y su procesamiento mental, entre la acción y la cognición y entre lengua y cultura, por nombrar algunas de las múltiples interconexiones existentes.



El triángulo ``discurso- cognición-sociedad"

Como se puede deducir de las anteriores observaciones, el marco para un estudio adecuado del discurso se puede resumir en tres conceptos principales, a saber, discurso, cognici6ny sociedad. Para enfatizar las diversas interrelaciones, podemos ver esos conceptos como si representaran los tres vértices de un triángulo, en cl que encontramos relaciones entre discurso y cognición, así como entre discurso y sociedad, mientras que lo mismo es verdad para los otros dos conceptos.

Nótese que esas tres nociones se entienden en un sentido amplio. Es decir, "discurso" aquí representa también lenguaje, uso lingüístico, interacción verbal y comunicación. Del mismo modo, "cognición" representa tanto la cognición social como la individual, tanto el pensamiento como la emoción, tanto las representaciones de la memoria como los procesos mentales. Y "sociedad" aquí se entiende tanto en el micronivel de las situaciones y las interacciones sociales como en el macronivel de los grupos, de las relaciones grupales, de las instituciones, de los sistemas abstractos y del orden social en general. En realidad, también la política y la cultura se toman aquí como propiedades de la sociedad.

Puesto que los triángulos suelen representarse sobre dos pies, haremos nosotros lo mismo: su base consiste en el discurso y la sociedad, obviamente ligados entre sí por la forma que toma el discurso en situaciones sociales, a saber, como interacción social. Es decir, de izquierda a derecha, la línea de la base del triángulo va desde la microestructura del habla y del texto tomados como interacción social, hasta la contextualización social y las funciones del uso lingüístico, lo que implica también a los participantes en el discurso como actores sociales y los contextos, las localizaciones y estructuras sociales. En este sentido, el triángulo efectivamente debe verse como algo con base y con raíces en la sociedad, que adquiere su relevancia empírica gracias a las actividades relevantes de los actores sociales.

Esta representación abstracta del pensamiento y de los objetos del pensamiento implica también que la cognición se representa como la cima del triángulo, que aparentemente supervisa, regula y actúa como mediadora entre la sociedad y el discurso. La elección de este esquema no es arbitraria, como veremos con detalle más adelante. De hecho, concebimos la cognición como la mediación (interface) entre la sociedad y el discurso. Creemos, en verdad, que de ninguna manera el discurso y la sociedad pueden estar relacionados, empírica o teóricamente, sin actividades, procesos o representaciones mentales. Cualquier planteamiento que ignore esa interface cognitiva está condenada a especular con vaguedad sobre cómo las estructuras sociales afectan al discurso y viceversa, sobre cuáles son las funciones culturales y sociales del discurso y sobre cómo, para empezar, los participantes son capaces de actuar como miembros de un grupo.

En ese sentido es en el que la ``cima" cognitiva del triángulo desarrolla realmente un papel mediador, supervisor, y representa un nivel o una dimensión de un marco conceptual en el que todo literalmente tiene sentido para los participantes. Ninguna descripción de las situaciones sociales o de las estructuras sociales, por una parte, o de las estructuras discursivas, por otra, es completa sin la miríada de los aspectos mentales que han de hacerse explícitos en el plano cognitivo: significado, funciones, comprensión, intenciones e intencionalidad, conocimiento y muchos otros aspectos del discurso entendido como acción e interacción en la sociedad tienen que explicarse en este nivel de la cima.

Esto no quiere decir que, por lo tanto, lo cognitivo es lo más importante, lo más relevante o que las otras dimensiones del triángulo pueden simplemente reducirse a ello.

El hecho de que la cognición tenga el papel de interface la hace importante, pero también las otras dos dimensiones tienen funciones únicas y específicas. Tan problemático es un acercamiento al discurso y a la sociedad que no tenga en cuenta la mente como lo sería una explicación de la mente o del texto y del habla que no tuviera en cuenta lo social. Las mentes no son configuraciones o abstracciones de la actividad mental que van flotando: están en los seres sociales, tomados como actores y miembros de una sociedad, y sea lo que sea que representen o controlen, lo hacen en contextos sociales, en la interacción social, y han aprendido a hacerlo en situaciones sociales. Es decir, la cognición y la interacción social se presuponen mutuamente.

Incluyo actores y acciones en general en la esfera de la sociedad, y específicamente selecciono "discurso" como el tercer vértice prominente dado el papel fundamental que el lenguaje, el habla, el texto y la comunicación desempeñan en la sociedad humana. Realmente, en el mismo sentido en que la cognición presupone la interacción y viceversa, necesitamos damos cuenta de que tanto la cognición (humana) como la sociedad (humana) exigen el discurso. De manera virtual todas nuestras representaciones mentales, así como todas las estructuras, instituciones y relaciones sociales, están constituidas en y por el lenguaje y el uso lingüístico, es decir, por el discurso. En resumen, todos los vértices del triángulo son condiciones conceptual y empíricamente necesarias para los demás, y fundamentales para la definición de la humanidad en sus órdenes social, cognitivo y discursivo.

Un triángulo no es una teoría, sino un simple, aunque práctico, mecanismo para indicar algunas relaciones elementales entre tipos de fenómenos, niveles de análisis, objetos, ámbitos y teorías. Así pues, a continuación procederé a dar cuenta de forma más sistemática y explícita de mi propuesta teórica. En los apartados finales esbozaré la aplicación que este planteamiento puede tener en una explicación multidisciplinar de la ideología.

Debería entenderse "discurso" como una forma de uso lingüístico y, de una forma más general, como un tipo de interacción social, condicionada por la cognición y socialmente contextualizada por los participantes, tomados como miembros sociales en situaciones sociales. El discurso, ya sea oral o escrito, se define, pues, como un evento comunicativo de un tipo especial, estrechamente relacionado con otras actividades comunicativas no verbales (tales como los gestos o el tratamiento de la imagen) y otras prácticas semióticas de significado, de significación y con los usos sociales de códigos simbólicos, como los de la comunicación visual (por ejemplo, los gráficos, la fotografía o el cine).

Estas sucintas definiciones de discurso ya sugieren múltiples relaciones con la cognición y con la sociedad. Así, hoy se acepta comúnmente que más que decir que el discurso `tiene' significados, hay que afirmar que los usuarios de las lenguas le `asignan' significados. Estas asignaciones, tradicionalmente llamadas `interpretaciones', son de naturaleza a la vez cognitiva y social.



La base cognitiva del discurso

Cognitivamente, lo dicho implica el procesamiento de las estructuras de la superficie discursiva (sonidos, grafías, formas sintácticas, palabras) en la memoria a corto plazo y la construcción estratégica, en funcionamiento, de representaciones semánticas, almacenadas en la memoria episódica, para la comprensión del discurso, y a la inversa, para la producción del discurso. Además de describir lo que `empíricamente' está sucediendo mientras se usa el discurso y se construye el significado, esta aproximación cognitiva también da cuenta de la subjetividad y de la variación personal. En lugar de explicar los significados lingüísticos o el discurso abstracto, como era usual en la lingüística tradicional, este enfoque explica lo que normalmente se denominaba `el significado de los enunciados para el usuario'.



La base social del discurso

Si bien ese análisis cognitivo explica muchos aspectos del discurso, está claro que es en sí una abstracción de lo que sucede en una situación social. Es decir, necesitamos también un componente social de la explicación misma del discurso `en sí'. Después de todo, el discurso, definido como un evento comunicativo, no tiene lugar entre dos mentes que se comunican y que procesan la información, sino que definido como interacción social implica a los usuarios lingüísticos reales, en su calidad de miembros de grupos sociales o de culturas concretas. Es decir, más allá de las interpretaciones subjetivas y de las variaciones personales en la ejecución de las estructuras superficiales, los usuarios de las lenguas también deben compartir el conocimiento, aunque sólo sea el gramatical, las reglas discursivas y el conocimiento sociocultural del mundo. En otras palabras, la cognición parece necesitar una dimensión (episódica) más personal y una dimensión social, compartida con otros, que consiste en esquemas de conocimiento, actitudes sociales, ideologías, normas, valores y otras creencias sociales representadas en la `memoria social'. Es ahí donde la cognición proporciona la necesaria 'interface' entre la sociedad y la estructura social, por una parte, y el uso lingüístico o discurso, por otra.



El contexto

La otra dimensión social del discurso (para muchos analistas, la `auténtica') está constituida por las acciones sociales de los usuarios de la lengua que participan en el discurso, tales como los actos de habla, la interacción conversacional y otras formas de interacción social, producidas en situaciones sociales. Dicho de otro modo, el discurso no se limita a lo que la gente `dice' sino que también es algo que la gente `hace' por decir (o escribir) algo. Nótese que todo esto (el habla; la interpretación cognitiva y la acción social) se produce simultáneamente y que nuestro análisis simplemente separa los diferentes niveles o dimensiones en función de diferentes explicaciones teóricas. De este modo, en el micronivel del análisis social del discurso nos encontramos con los actores y con una amplia variedad de actos `situados' a manera de logros (sociales) específicos, como prometer, acabar las conversaciones, evitar determinados temas, presidir reuniones o visitar al médico. En otro nivel, más abstracto y más "macro", los actores sociales a menudo lo son en tanto que miembros de categorías sociales (hombres, mujeres, niños, viejos, jóvenes, negros, blancos), de grupos (conservadores, racistas) o de instituciones u organizaciones (sindicalistas, médicos, pacientes, periodistas, profesores).

De manera similar, sus discursos pueden, concretamente, representar funciones o actividades de más alto nivel típicas de esos grupos, tales como enseñar, legislar o extender prejuicios étnicos, así como representar relaciones de poder, de conflicto, de competencia o de cooperación entre los grupos. De nuevo, cada una de esas dimensiones sociales (que aquí presentamos de forma muy simplificada) no está únicamente definiendo la situación social del discurso sino también la naturaleza social del discurso en sí: lecciones, leyes, juicios, informes policiales, exámenes, reportajes periodísticos y reuniones forman parte de la miríada de géneros textuales y de habla cuya definición misma implica esas dimensiones sociales. En resumen, tanto en el micronivel de la interacción como en los niveles de los grupos, en las relaciones entre los grupos y en las instituciones, encontramos las características que definen la compleja naturaleza social del discurso.

No todas las dimensiones sociales que definen las situaciones son sistemáticamente relevantes respecto al uso lingüístico o el discurso en el sentido de condicionar sus estructuras o su interpretación, o bien por resultar afectadas por el discurso. Así, el género, la edad, la etnicidad, el estatus social, las actitudes lingüísticas, el poder y la profesión de los actores sociales pueden condicionar de múltiples maneras el texto y el habla, desde la pronunciación hasta la sintaxis de la oración, la lexicalización, los significados, las figuras retóricas, el estilo y los movimientos conversacionales. La estructura de esas propiedades sociales relevantes se llamará el contexto de un discurso. Otras propiedades sociales de los actores sociales y de las situaciones sociales, como las propiedades más socioindividuales de belleza, peso, inteligencia o estado civil, por ejemplo, no están sistemáticamente relacionadas o lo están menos con la estructura discursiva. Obviamente, con respecto a esto existen significantes variaciones col torales: En una cultura determinada, por ejemplo, ser viejo o joven, casada o soltera, será crucial para el uso apropiado de formas discursivas o gramaticales específicas, mientras que en otras culturas puede no suceder así.



El contexto, además de definirse por los actores y sus propiedades y relaciones, se define también por las características del "escenario", tales como el lugar, el tiempo y las dimensiones características del entorno.



Cognición en contexto y contexto en cognición

Del mismo modo que vimos que la influencia de la sociedad y la cultura se refleja en las representaciones mentales que comparten los miembros de un grupo, debemos también asumir que el contexto es relevante para el texto y el habla sólo si está mentalmente representado en los usuarios de las lenguas, es decir, en los llamados modelos contextuales almacenados en la memoria episódica. En otras palabras, lo que realmente influye o controla el discurso (o resulta afectada por él) no es la situación social `objetiva', sino la construcción mental y subjetiva que poseen los usuarios de la lengua en sus modelos contextuales. Esto nos permite explicar las variaciones personales, los conflictos comunicativos, los malentendidos, la negociación del mutuo entendimiento, etc. Así pues, dondequiera que el discurso y sus estructuras varíen en función del contexto, deberíamos decir que esa variación (estilística) es una función de los modelos contextuales mentales. La cognición en este caso, tipos específicos de modelos mentales desempeña el necesario papel de interface s entre la sociedad (la estructura social, la situación social) y el discurso.

Esto se puede apreciar también en un análisis posterior de una serie de aspectos que habitualmente se consideran también propiedades del contexto, como, por ejemplo, los objetivos, las finalidades, las tareas, las metas o los intereses de los usuarios de las lenguas. Esas propiedades `mentales' del contexto (o más bien de los participantes de ese contexto) desde la organización global de las conversaciones o la definición de los actos de habla hasta las variaciones estilísticas de los elementos léxicos y de otras estructuras superficiales son cruciales en la descripción y la explicación de las estructuras discursivas. Esto es, del mismo modo en que la semántica del discurso exige modelos mentales y representaciones sociales para interpretar el significado, el `contenido' del discurso, observamos ahora que hay otras representaciones mentales (de hecho, también modelos), tales como las metas, que están implicadas en el control `pragmático' del texto y del habla como algo que resulta apropiado en una situación dada. Así, las presuposiciones, las alusiones, la ironía, las amenazas, las estrategias y muchas otras propiedades discursivas sólo pueden definirse en términos de tales categorías mentales (el conocimiento, las intenciones, los planes, etc.) de los usuarios de las lenguas.

En otras palabras, queda poco espacio para una teoría del discurso `autónoma', libre de contexto o libre de cognición. Ciertamente, la gramática nuclear de la estructura oracional puede tener propiedades libres de contexto (por ejemplo, ninguna propiedad contextual nos permite colocar el artículo después del nombre en español), pero cualquier variación posible de esas estructuras llevará consigo restricciones contextuales. E incluso las explicaciones autónomas del núcleo duro de la estructura son en sí mismas dependientes de universales (cognitivos) de las estructuras lingüísticas, o están relacionadas con estructuras de significado subyacentes que necesitan una representación cognitiva en forma de modelos mentales.

Esto es así en todos los niveles de análisis el discurso: la pronunciación como realización fonológica es obviamente una función de la edad, del género, de la clase social y del origen regional; la entonación, el acento de intensidad y el volumen son una función de rasgos contextuales (por ejemplo, de las metas o de la emoción); las estructuras sintácticas son una función de las estructuras del modelo mental y de las relaciones entre los participantes; los pronombres y los deícticos son una función bien conocida de modelos (por ejemplo, la conferencia entre referentes discursivos), así como de diversas características del contexto (los modelos contextuales, las relaciones de poder entre los participantes); todas las propiedades semánticas (por ejemplo, las de las proposiciones y las de la coherencia local y global) son una función de los modelos mentales y de las representaciones sociales; las figuras retóricas son una función de restricciones contextuales (por ejemplo, las de la persuasión); las estructuras esquemáticas convencionales, por ejemplo, de la argumentación o de la narración, son en parte libres de contexto pero también variables como una función del contexto, y, finalmente, los actos de habla y la misma actividad conversacional se definen enteramente en términos de características contextuales.

Los argumentos sobre el discurso que se han dado antes se pueden aplicar también a la cognición. Hemos visto cómo es necesario postular varios tipos de representaciones mentales para dar cuenta de un número amplio de estructuras lingüísticas, así como de la representación subjetiva del contexto social que está en funcionamiento. Ahora bien, ¿qué podemos decir de las relaciones inversas? ¿Podemos decir también que la cognición es, a su vez, una función del discurso y la sociedad?



La dimensión social de cognición

Que las mentes de las personas no son autónomas, ni máquinas de procesar información es un hecho trivial. Existe una larga historia en la psicología y en las ciencias sociales que subraya la naturaleza social de la mente, y la psicología social atestigua esta aportación fundamental. Puesto que los modelos mentales determinan la comprensión, necesariamente han de tener cosas en común que permitan a los participantes entenderse entre ellos. Es decir, más allá de las dimensiones personales, tienen que incorporar dimensiones sociales compartidas.

Además de sus dimensiones puramente personales y autobiográficas, los modelos incorporan también `aplicaciones' específicas, concreciones del conocimiento compartido abstracto, sociocultural: los miembros de un grupo saben, por ejemplo, qué son las guerras civiles, las armas, la tortura, la violación y el genocidio, y usan ese conocimiento general cuando entienden (construyendo modelos) las noticias sobre la guerra civil en Bosnia. En realidad, pues, la gente no sólo comparte el conocimiento sobre las guerras civiles en general, sino que también puede compartir actitudes (opiniones sociales) sobre ellas, que a su vez se pueden basar en ideologías, normas y valores sobre la violencia y los asuntos militares. Una parte de ese conocimiento general y abstracto se puede haber adquirido a través de la generalización y la abstracción de modelos: aprendemos cosas sobre las guerras civiles principalmente a través de la comprensión de historias nuevas, acumuladas e inicialmente parciales, sobre guerras civiles específicas, o bien por experiencias personales directas cuando nosotros mismos estamos inmersos en esas guerras civiles.

Además, esas creencias sociales mismas se adquieren, se cambian o se confirman en situaciones sociales de interacción, de aprendizaje, de socialización y de comunicación. Finalmente, como es fácil imaginar, el conocimiento social general y las actitudes pueden reflejar las metas, los intereses, la posición social y otras dimensiones sociales de un grupo, algo que debería resultar evidente si consideramos la diferencia entre las experiencias y la implicación de las mujeres y de los hombres respecto al acoso sexual o de los serbios y los musulmanes respecto a su guerra civil. En resumen, las representaciones mentales codifican de muchas maneras.



La cognición social y el discurso

Este análisis teórico no se limita a la descripción y a la explicación de la mente y de los procesos mentales en sí. Es necesario, en concreto, explicar muchas propiedades de la interacción social en general y del discurso en particular. Así pues, los modelos mentales, tal como hemos sugerido, se expresan en el significado del discurso, los modelos contextuales restringen la variación discursiva y las representaciones sociales abstractas (como el conocimiento) son necesarias en todos los niveles de la comprensión discursiva (aunque sólo sea el conocimiento social compartido sobre el discurso mismo). Así pues, en los relatos conversacionales y personales podemos esperar la expresión de modelos personales, mientras que lo típico en las noticias de los medios de comunicación es que expresen modelos históricos y compartidos. Por otro lado, gran parte del discurso pedagógico y académico, de la argumentación y de la propaganda se centrarán (también) en representaciones sociales de carácter general: pretenden enseñar saberes o persuadir a la gente formando o cambiando sus actitudes sociales. Mientras lo típico del discurso basado en un modelo es que presente los deícticos y otros elementos léxicos de las experiencias personales y de situaciones específicas, otro tipo de discurso presentará expresiones genéricas que traducen representaciones sociales. Un ejemplo de esto último es el discurso que expresa prejuicios, como `Todos los negros son...', que presenta opiniones generales con una base ideológica.

Una prueba interesante de la naturaleza social y compartida de las representaciones sociales es, precisamente, discursiva: Me refiero a la presuposición. Por razones pragmáticas, el conocimiento (y las actitudes) pueden en general presuponerse si quien habla o escribe cree que los receptores ya poseen esas representaciones sociales. En otras palabras, toda la información implícita en el discurso público (el discurso interpersonal también puede tener, claro está, conocimiento y presuposiciones basados en lo personal) es, pues, por definición, compartida socialmente.

En resumen, la cognición es a la vez individual y social, y ambos aspectos de la cognición dependen del discurso (por ejemplo, en el aprendizaje y en la persuasión) y se expresan de forma variada en el discurso. Realmente, la mente humana es pues inconcebible sin el discurso, y viceversa, y ambos presuponen y a la vez definen gran parte de las dimensiones sociales de la comunicación y de la interacción.



La sociedad

Finalmente, y tratando de no repetir muchos de los argumentos que ya hemos planteado, los análisis sociales y de la sociedad no pueden ser más autónomos que los análisis de la cognición, y del discurso. Cuando eso es así, podemos tener la seguridad de que vamos a encontrarnos con varias formas de reducción o de descripción incompleta.



La cognición en la sociedad

Si empezamos por los niveles más bajos o `micro' del análisis social, la relevancia de la cognición (y del discurso) es evidente, aunque a menudo se descuida o se da por sentada. Los actores sociales son personas conscientes que se preocupan continuamente de planificar, pensar y evaluar para poder actuar y dar sentido a lo que hacen los demás y a su entorno. Realmente, tal como hemos explicado de manera más específica en lo que se refiere al discurso, la interacción social es inconcebible sin una explicación cognitiva de los procesos que nos permiten dar sentido a las cosas, de los modelos de los acontecimientos y de las acciones, de las reglas y del conocimiento, de las actitudes y de las ideologías.

En realidad, la identidad social de una persona, la pertenencia a un grupo y las relaciones grupales, así como el conocimiento sobre la sociedad en general, son aspectos que están representados mentalmente, tal como ya hemos explicado. Tales representaciones mentales explican, como ocurría con el discurso, tanto la subjetividad humana, la variación individual, la iniciativa y la desviación, como la naturaleza compartida, y por ello social, del conocimiento y de otras creencias. En resumen, una explicación completa de las situaciones sociales, de la interacción social y de los actores sociales implica necesariamente una detallada explicación cognitiva de los aspectos sociales mismos de la interacción, como el conocimiento y las actitudes del grupo, las normas, los valores y las ideologías.

A la inversa, como ya hemos indicado, precisamente por esa continua interdependencia entre la mente y la acción, las estructuras sociales, a su vez, dan forma a la mente en muchos sentidos. Las relaciones grupales, la estructura y los intereses de cada grupo influirán probablemente en los contenidos y las estructuras de las ideologías, actitudes y conocimientos básicos de los grupos sociales. En efecto, es posible que las ideologías se estructuren mediante los parámetros mismos y las identidades de los grupos sociales, que incluyen la pertenencia al grupo, las actividades, los valores, la posición social y los recursos específicos (o su ausencia) del grupo. Evidentemente, debido a la naturaleza abstracta e indirecta de esas relaciones, la estructura de las representaciones sociales se desarrollará sólo de forma gradual como una función de las dimensiones sociales de los grupos y de las culturas. En efecto, los movimientos y las revoluciones sociales pueden cambiarlas, como ocurre con el movimiento de las mujeres, el movimiento de los derechos civiles y las revoluciones francesa y rusa.



La sociedad y el discurso

Una vez establecido que el análisis social está incompleto sin un análisis cognitivo detallado, tenemos que abordar, por fin, el último extremo del triángulo, a saber, las relaciones entre la sociedad y el discurso. Que el discurso expresa, representa y codifica de múltiples maneras las situaciones y las estructuras sociales o que, en otro sentido, las presupone (por ejemplo, a través de las representaciones mentales), ha quedado claro. Pero, ¿de qué manera la sociedad humana es, a su vez, dependiente del discurso, organizada por él o, dicho de otro modo, una función del texto y del habla?

No se puede concebir una sociedad humana sin, como mínimo, la existencia de una forma de comunicación, a través de alguna forma de lenguaje o de sistema semiótico. La interacción social presupone que se compartan conocimientos, actitudes y metas, aspectos que se expresan, en gran medida, a través del discurso. Los actos tienen que comunicarse y evaluarse, las historias se tienen que contar y compartir, y las actividades futuras tienen que prepararse, y todo eso sucede, en su mayor parte, a través del texto y del habla o de prácticas semióticas similares.

Los grupos y las organizaciones se constituyen y se reproducen, sus identidades se formulan o se cuestionan, se defienden sus intereses y, de nuevo, tales prácticas sociales son, en su mayor parte, discursivas.

Esto no significa que reduzcamos la estructura social al discurso, de la misma manera que no la reducíamos a la cognición. Lo importante es que una teoría social completamente desarrollada está incompleta sin una teoría potente que explique el papel fundamental que desempeñan en la sociedad el lenguaje, el discurso y la comunicación. Y esto no es así sólo porque resulta que los actores sociales hablan mucho entre ellos en su vida cotidiana. Más bien, como se ha planteado, lo que sucede es que las condiciones y las estructuras mismas del orden social presuponen cogniciones sociales compartidas que, a su vez, se expresan, se construyen y se cambian a través del discurso. Los grupos y las instituciones, así como las sociedades y las culturas consideradas como un todo, se constituyen muy especialmente (aunque no exclusivamente) en y por el discurso.



Conclusión

El tipo de argumentación que hemos seguido puede parecer trivial, y en algunos aspectos resulta tan evidente que casi no necesita hacerse explícito. Por otro lado, las prácticas actuales en el ámbito del análisis del discurso, de la psicología y de las ciencias sociales no siempre parece reflejar esta naturaleza obviamente integrada del discurso, la cognición y la sociedad. Cuando se lleva a cabo un trabajo interdisciplinario, suele ser entre dos de los vértices del triángulo. Los psicolingüistas normalmente no leen o hablan con las personas que trabajan en sociolingüística y los analistas del discurso con una orientación social muy pocas veces abren un libro sobre cognición (y viceversa).

Además de esta frecuente ignorancia mutua, encontramos muchas formas de reducción que son intencionadas. La cognición se puede seguir explicando reduciéndola a discurso o a interacción social, y la estructura social y las restricciones sociales reduciéndolas simplemente a esquemas mentales. Debido a las muchas interdependencias que hemos mencionado, algunas formas de reducción no son del todo inútiles: hemos visto que la mente, en efecto, desempeña un papel fundamental en la representación y en las `aplicaciones' de la estructura social, y viceversa, que muchas estructuras sociales parecen tener una dimensión cognitiva y discursiva.

Sin embargo, están implicados diferentes ámbitos, niveles y fenómenos. En lugar de reducir alguno de ellos a otros, necesitamos teorías adecuadas para cada uno de ellos y, al mismo tiempo, los lazos que los unen a los otros fenómenos. Así pues, una teoría del discurso tiene que dejar claro dónde y cómo las estructuras discursivas están condicionadas por las estructuras sociales y cognitivas que les imponen restricciones y, a la inversa, cómo afectan a la mente, a la acción y a la sociedad. Una teoría de la mente no debería ignorar las múltiples maneras en que las representaciones mentales son una función de la interacción social, del discurso y de la organización social. Y una teoría social sólo puede ser adecuada si tiene en cuenta la naturaleza cognitiva y discursiva de la sociedad.

En vez de trabajar de forma tan aislada, tendría que resultar obvio que pocos de nosotros puede, en solitario, llevar a cabo esa tarea. La formación de una teoría integrada exige un equipo de especialistas en diversas disciplinas que incluya especialistas que sean capaces de construir los puentes necesarios entre esas disciplinas y entre las teorías.

En este artículo hemos visto que los intentos de reducir el análisis del discurso únicamente a una o dos dimensiones conduce a teorías y análisis que son empíricamente inadecuados. Esto resulta especialmente relevante para muchas formas de investigación aplicada, por ejemplo en el ámbito educativo. Hemos puesto el acento al principio en que la educación y el discurso didáctico tienen que ser examinados teniendo en cuenta sus propiedades lingüísticas, cognitivas y sociales (políticas, culturales). No seremos capaces de decir nada serio sobre educación si no explicamos el papel que desempeña el conocimiento y cómo se expresa, se presupone o se transmite a través del texto y del habla. Del mismo modo, todos sabemos que los profesores enseñan también opiniones, actitudes, ideología y valores, aquellos que comparten con otras personas de su país, de su sexo, de su edad, de su orientación política o de su profesión. Sin embargo, aún no sabemos exactamente la manera en que tales cogniciones sociales se adquieren a través del discurso. La propuesta que hemos ofrecido aquí, pues, subraya esencialmente también las relaciones entre las estructuras discursivas y las estructuras `subyacentes' de la cognición que son tan relevantes para entender el proceso educativo: leer consiste esencialmente en una forma de procesamiento textual y en unas representaciones mentales que son su consecuencia. Y, por último, enseñantes y estudiantes son participantes sociales concretos en una institución, y sólo podremos entender el discurso y las cogniciones de la enseñanza y del aprendizaje si examinamos también los detalles de los muchos contextos implicados en la educación, y cómo el contexto, de nuevo, se relaciona tanto con el discurso como con la cognición. Por ello, el marco metateórico presentado aquí es relevante para el estudio de la educación.



(*) Traducción de Amparo Tusón Valls. Una versión (en inglés o alemán) más amplia de este trabajo será publicada en un libro en honor del profesor Siegfried Jaeger (Universidad de Duisburg).

(**) Teun A. van Dijk es profesor de Lingüística y Análisis del Discurso en la Universidad de Amsterdam. Fue uno de los pioneros en la formación del campo conocido como lingüística del texto, ámbito al que se refieren sus primeras publicaciones. Actualmente, su trabajo se centra en el análisis crítico del discurso. Dirección electrónica de contacto: teun@let.uva.nl.



Referencias bibliográficas



van DIJK, Teun A. (1977): Texto y contexto. Semántica y pragmática del discurso. Madrid: Cátedra, 1980.

van DIJK, Teun A. ( 1978): La ciencia del texto. Un enfoque interdisciplinario. Barcelona: Paidós. 1983.

van DIJK, Teun A. (1990): La noticia como discurso. Comprensión, estructura y producción de la información, Barcelona: Paidós, 1990.

van DIJK, Teun A. (1993): "Principles of Critical Discourse Analysis", en Discourse & Society, 4(2), p. 249283.

van DIJK, Teun A. (1997): Racismo y análisis crítico de lar medios Paidós. Barcelona.

van DIJK, Teun A. (1987): Communicating racism, Londres: Sage.

van DIJK, Teun A. (1991): Racism and the press, Londres: Routledge.

van DIJK, Teun A. (1993): Elite, discourse and racism. Londres: Sage.

nARRaTivA

LUMPÉRICA

(Fragmentos)

5 ¿Quo Vadis?


5.1 Quo Vadis mafiosa para que sus crenchas caigan de una vez. Jugará tal vez ruleteada con la pura mente, desenterrando máscara sobre máscara y palabra caída será: letra modulada sobre el pasto, frotará cuerpo y pasto, lengua y pasto, pierna y pasto y el líquido.
De reiteración elevará la mirada.
Situación ahora no fílmica sino narrativa, ambigua, errada.
Pudo decir por ejemplo:
esta plaza está rodada llena de pasto a pedazos. Mis piernas ya no brillan cuando las froto, ni los vellos se erizan, estos vellos que cubren sutilmente mis piernas. Ya no me gusta arrastrarme por allí debajo del farol que me contagia su descascaro. Porque mis piernas más bien se cubren de tierra y entonces no noto la erguida de los vellos que me traspasan, ha sí , me penetran.
Pero es de este modo como construye su primera escena, porque se sigue arrastrando para sacarse de sí el lodo adherido a la piel y de tanto tocarse se produce el roce. Muevelentamente los músculos, los retarda en cada contracción. Para qué decirlo: está bajo el farol. Está bajo el farol de la plaza y aunque cunda el frío por estos lados se tiende sobre el pasto a dormir. Pero el sueño no llega y se da vueltas para cambiar de postura, Prueba a permanecer siempre con los ojos cerrados para que no se le espante el sueño. Es una imagen completamente distinta para el que la lee. Se revuelca sobre el pasto cruzada por su terco insomnio. Se estira toda. Desde lejos es una sábana extendida sobre el pasto, desde cerca es una mujer abierta, desde más lejos es pasto, más allá no es nada. Está tan oscuro en la plaza. Desde la acera del frente es un cuadrante iluminado.
Como un zoom es la escritura. Reaparece la mujer que duerme o quiere dormir, pero no es así: es el placer de extenderse jugando con el deleite de su propia imagen. Infantil tendida es ésta. De mentirosa lo hace. Porque jugar a la distorsión de la mirada por falta de luz, ha sido una actividad explotada hasta el cansancio. Vence así el equívoco, crece la confusión y el insomnio es un hecho fugaz. Todo este movimiento no es más que para lograr frotar una de sus piernas en el pasto y es por eso que finge no poder dormir, como si su mente no abarcara más que ese estado.
Se da vuelta deseperada en su lecho, pero su conciencia está pendiente de cada rozada de su pierna sobre el pasto, ese extremo momento en que sus vellos se erizan levantandose de la pierna y creando otro circuito de cercanía.
Sigue con los ojos cerrados. Se mueve imperceptiblemente hasta dejar de hacerlo del todo.
No se mueve porque la primera lluvia se deja caer sobre la plaza.
No dormirá, ni podrá gozar con sus piernas, el particular friso luminoso de sus vellos.
La lluvia cae en gruesos goterones y ella se levanta del césped para protegerse debajo de los árboles. El frío ha disminuido considerablemente, reemplazado por la incomodidad del agua que empieza a abrir estrías en la tierra recubierta por el pasto.
El traje gris es penetrado y la lluvia se escurre por su carne: la espalda, el pecho, las piernas. Nada predisponía a esta mojada, tal vez por no mirar al cielo, tal vez por eso.
Tiembla al ver el espejo de las baldosas que empiezan a relucir por efecto de las luces de los faroles. En cambio ella más bien en opacidad se diluye. Con el cuerpo pesado por tanta agua que acumula su traje de lana gris. Es un peso concreto el que arrastra en cada uno de sus pasos; el traje es una carga cada vez más oscurecida, en cambio la plaza aparece de manera favorable, ampliada, relumbrosa.
Y ella no, es ese traje que la priva de su atávica belleza, más que la lluvia que en sí no es sino un aditivo. Falló. Eligió mal su ornamento más cercano. Otra vez trabajó como aficionada. Por lo tanto juega a perder esa escena. Queda rígida esperando el cese del agua que no se detiene, al revés, se deja caer con más fuerza. Su cuerpo tambalea. Es su estructura la que está cerca de caer. La plaza la ha sobrepasado. Está a punto de perder su aparataje, ella no era un adorno para la plaza sino a la inversa: la plaza era su página, sólo eso. Pero su cara crispada ahora, su pelada mojada, su cuerpo magro que hace para el que la lee veta de árbol, desperdicio.
Reflexiona, sus ojos recorren su traje, se limpia el agua de la cara.
Mira a su alrededor y constata que ningún pálido ha llegado esa noche y aunque aún es tiempo, intuye que no vendrán, como si el espectáculo que les fuera a ofrecer ya no tuviera sentido. Está sola y por eso su actuación es nada más que para el que la lee, que participa de su misma soledad.
Enfrentarán mirada a mirada, pensamientos enfrentarán y sólo por eso habra que inventar el placer que se ha evadido.
Sale del árbol y de lluvia es anegada, dice -tengo sed- pero con porfía cierra los labios, da lugar a la alucinación, tensa su mano por espanto.
Asumío la retórica del acertijo, hundida en lo cotidiano de esa situación trepó en lo indescriptible. Se supuso: con neones, sortijas, aretes. Cuadriculada de fetiches volvío a la letra trazada con guante de seda brillante -enteramente significativa- se interroga a sí misma en lenguaje poético y figurado. Rompe su modelo, se erige en un capítulo.
Empieza a decir toda bella palabra hasta extasiarse, sonriendo la dice y así este paisaje en diurno se convierte para la noche y aunque sus párpados están traspasados, se convence de no mirar para no ser tocada por la veta.
De lana en seda, de carne en maniquí, hasta que la lluvia resbala por ese nuevo soporte. Así ya no es necesario que diga más o se llame a sí misma piedra preciosa, material sólido, para poder quizás, solazarse en esa agua que no la toca penetrándola.
Así se transfiguró de su cuerpo apelando a sus mejores atavíos, encontrando para sí la perfección. Pero se los retiró, optando por su lana gris y todavía siguío refulgiendo caligráficamente con igual brío.
Es que se niega a la contemplación de los pálidos para agotar en ella el encanto de lo contemplado.
Nadie antes la había indagado como ella misma ante esa imprevisible lluvia.
Con los cuidados más significativos se topa en su límite que es el transcurso de la noche, para decirle talvez -sortija- y se desnudaba la ficción en la que se volcaba todas sus defensas. Sin reflectores de ninguna especie, ensaya.
Traspasada de imagen en palabra, mediante trucos técnicos acude a torcer el lenguaje, montándolo sentimentalmente. Rehace, corrige las matrices listas ya para la reproducción.
Se imprimirá con erratas conscientes y buscadas en las grietas de los pastelones de la plaza que contienen la trizadura de cada escena. La lectura de la marca de pisadas en la sutil diferencia de colores que sólo la lluvia logra evidenciar.
Cada uno de esos signos es descifrable para ella. Podría así tejer innumerables historias tan sólo decantando la trama de su vestido de lana gris. Desenmarañar esa hebra para extenderla como escritura en la plaza. Retejer encauzado su colorido, el gris sobre el gris del suelo puede tentarla. Toca la humedad del traje y palpa lo resbaladizo de los pastelones. Subir hasta los árboles y rompiendo las ramas, completar con ellas la novela.
Transformar cada uno de esos materiales, marcar con neones las pausas, con fluorescentes los títulos, quebrar la esterelidad de las lluvias hasta llamar por espectáculo a los pálidos que ordenarán una lectura posible, corrigiendo algunos textos, sacando otros, manteniendo en apogeo las baterías, toda esa luz eléctrica que contraría la lluvia.
Llueve en la plaza. Pero ella ha extendido un plástico sobre el banco de piedra y se cubre. Las goteras resuenan resbalosas sobre su cuerpo. No siente frío e incluso está transpirando por la emanación del plástico que la encierra. Mira la plaza. Se levanta siempre cubierta y sobre cada uno de los bancos va dejando plásticos para preparar la llegada de los pálidos. No es este un espectáculo inédito para ella, porque la lluvia recae siempre después de los intensos fríos que los traspasan en las noches.
Se vuelve a recubrir con el plástico, se queda quieta entre los goterones, hasta que su pierna se mueve restregándose contra la otra y nuevamente su vello erizado responde a su antojo; aún bajo la lluvia se arrastra esa pierna suya:

Su vello púbico en las nalgas esa posterioridad frenética el refrote.
Los pálidos saliendo y entrando cotidianamente salivosos, cayendo desde el maremagnum: no logró el displacer.
No lo logró por estar distante de sí el invento con que se fabricaba colores iridiscentes la arrastró a la consumación.
No logró el displacer porque sus piernas cedieron.
No logró el displacer porque enteramente hermosa refrotó su pecho.
No logró el displacer en el entretejido de sus pelos, al interior de esas mismas piernas permanecieron partículas móviles.
Esas mismas partículas al rictus de sus labios.
Con el coqueteo de sus piernas abiertas: los párpados y la conciencia de un cuerpo sólido -el suyo- que adecuado a distintas situaciones pudo cobrar una autonomía especial, negándose a la rigurosiad. Pero se escapó. Esas mismas piernas convulsionadas por el vello pubial, párticulas generando rictus, evitando generosamente el displacer.
Pero cómo esos rodados pálidos permanecieron esas horas con la mirada perdida, en ese momento privado, ajenos a la contaminación de todo otro pensamiento, dejando esas otras piernas vacías, húmedas, vellosas, al interior humedecidas con el esfínter contraído. Las piernas clausuradas de esos pobres pechos sobresalientes obteniendo-consumando el displacer, señalando la necesidad de reconstruir sus piernas en la cercanía del refrote, en la única, inconclusa vellosidad que fantasmagórica repite el gesto solitario.
Doblemente hermosa en el refrote que es a pesar de lo imaginario causal líquido.
Y los pálidos sí que saben darle a su vello púbico en el vello púbico frontal: el refrote.
Su vello púbico en el vello púbico más sus dos piernas cruzadas al ritmo de las caderas, pensando el refrote.
Percátate nada más de su vello púbico en la cara el refrote: la frente, ojos, mejillas y toda la postergada mandíbula.
Su vello púbico en el torso el refrote: espasmos en los hombros, cuello, brazos, cintura. ¿Qué me dices de sus pechos macilentos?
Su vello púbico ascendente, la boca el refrote: los dientes, la lengua. A cualquiera puede asquearle la saliva. Basta.
Su vello púbico en las manos, el intenso y estúpido refrote, pero los dedos y las uñas saliéndose de madre.
Su vello desubicado de su lateral y esta pierna suya cruzada al vacío, levantada fatigosamente hasta los bordes. Esta misma cansada pierna suya buscando el alivio renal, su apoyatura, con todo el esfuerzo sostenido hacia el vacío blando del borde que no contiene la humedad necesaria al costado, que debería traspasarse con la mojadura de los vellos. Esa extenuada pierna tirada hasta la nalga buscando en la otra posterioridad la cobertura a los vellos radiantes, hasta que los muslos entreabiertos ofrezcan otra especie de mácula.
La cedida de la pierna que no le otorgó el displacer porque distante de sí misma refrotó su pecho, mientras sus manos se activaron por la violencia de sus vellos húmedos pegados tecamente a los costados de los muslos, tejieron partículas móviles.
Esas mismas particúlas al rictus de sus labios programando el coqueteo ritual de las piernas abiertas, los párpados oscilantes en el cuerpo que se desbarata en tanto sudor y así quíen puede aguantar el displacer que no tiene la solidez de los dedos, la fulana con la mirada perdida.
-Si yo misma presté mis piernas vacías, púbicas, vellosas, mis pobres piernas lapidadas y así me saltó mi verdadero nombre propio al montar ese vello púbico en las nalgas, llamándome la luz, que era tan pesada sobre su cabeza que la nominé la madre con sus vellos en mi cadera, al adolorido riñon, buscando incansablemente el refrote-
Insisto, buscando el refrote -esos pálidos- que se sacan el nombre de la postura de las nalgas como mero automatismo, hasta la prendida de las luces que muestran los árboles en la reinscripción del terror. Pero hasta ese minuto el cuerpo se parceliza en distintas autonomías, cuyo eje se centra en la humedad de los vellos.
Y de verdad que era rico el refrote de los pálidos que, sin embargo, endilgaban sus miradas hacia otros paisajes chilenos.

Y dime ahora qué se siente estirada en el banco, cubierta de plástico, a plena espalda de la literatura. Porque así se puede decir cualquier cosa -dime algo de tu arrogancia- puedes verificar como empiezan a llegar los pálidos hasta los demás bancos y cada uno se tapa, aunque ya traspasados bajo la lluvia y encuentran entonces sus miradas -digo- que se tienden a traves del polietileno produciendo la desproporción del ángulo, transformando los faroles, los árboles, el cesped, hasta que lleguen a ubicarla -tambien deformado bulto- a la que se mueve en la impunidad del refrote. Así la lluvia se desata sobre éstos pero se refrota en el plástico, privando el goce carnal de esa agua.
-Pero cómo brillan esos, cómo aguantan la maestría de sus dobleces, cómo se miran ésos y se reciben desatados, púbicos, limpios. Saber que sus pieles se erizan por el agua que no los toca. Sí, sus piernas y vellos con la boca remiten gestos: la lengua sobre los labios, los ojos empañados bajo el plástico y se encienden para nadie los faroles, para nadie este ornamento. Se acomodan como líneas ordenadas sobre la página y toda la plaza los imprime y toda lluvia los entinta. Se imprimen y se tensan en su propio movimiento y por refrote son publicados: familiares en su orden, tipificados-
-Cómo se sublevan por los toques: Ilusionismo del plástico que los niega en módulos fragmentarios, reiterándolos como esquirlas, circunstanciales carteles o afiches quizás, saltando desde los resquicios, implementados como grafitis: sus cuerpos-
-Como contrabandean sus miradas antecediendo a la plaza como antro, prófugos de la letra impresa, apenas borradores, escritura manual, soez terminología acusan. Pero tampoco vamos a decir que esto es escoria. Nada de eso: construcción de una narración transitoria que asume como modelo a una desarrapada. Tendió su proclama en cartelones, también esas mismas palabras produjeron un rayado sobre el suelo de cemento de la plaza-
-Relumbran enteros, como orificios sus deseos de ficción, por atomizarse en electricidad, que se devuelve en el reverso de la página destemplada de lecturas: así pierden sus lacras y recobran el antiguo color, donde no están vendados los pies ni ulceradas las piernas. Todo el catastro perdido umbilical en su insignificancia. La letra amontonada sobre los carteles, esta desenfrenada proclama de la plaza-
-Para ser leídos desde atrás de los plásticos que los salvan de la lluvia y por eso descifrados, mirada y texto, cuerpo y mente se refrotan. Se abre así la novela, surgen los personajes, se los lee bajo la iluminación de la plaza. El plástico evita el deterioro, como cubierta, como forro. Se ambienta la pupila y los chorros de agua gustan la caída sobre la piel-
Pero no: marcan el cemento, nutren los árboles, desafían la electricidad.
"Sin vida de por medio -salvo la referencia del estereotipo deseado- han ocultado borrándoles el stras-Chile, para disfrutarlos ornamentados como caricaturas, a ellos mismos, que alcanzan su plenitud bajo el plástico retirándoles los logros que alevosamente les destruyen. En la literatura lo han echo".
"Porque a lo largo de este territorio asqueroso los han elegido para descarnarlos transportándolos por letras, en el estúpido procedimiento que no les revela el aura, impidiéndoles la posibilidad de empalidecer y resurgir bajo la luz eléctrica que es la única capaz de mostrar sus deslumbrantes lacras".
"Estrujados e impresos les han negado esa luz para conformar estampas perfectamente falsas -sinriesgos- esa imagen que les permite intermitentes, la ilusa distancia del que ha creído en una clase de permanencia diferida".
"No hay literatura que los haya retratado en toda su inconmesurabilidad, por eso ellos, como trabajo cotidiano, se aferran a sus formas y cada gesto cuando se tocan conduce al climax. Así se acercan hacia el final siendo ese umbral el placer: un puro desvarío la lluvia".
"Sabiendo que no hay literatura que se les haya diseñado, definitivamente aburridos posan. Los sucesivos frentes a los que se exponen los remiten bidimensionales en la única, precaria certeza que nadie abraza conteniendo la letra. Pero es más, se doblan a tamaño natural pegando esas palabras sobre el cuerpo: transpiran bajo el plástico".
Sin embargo comienza a caer la lluvia en la plaza y el frío decae en intensidad. Los pálidos se agrupan en torno a L. Iluminada. Están empapados, se cubren la cabeza con diarios, acuden a refugiarse bajo los árboles. Sus pies se hunden bajo la tierra hasta quedar completamente embarrados. Por primera vez sus imágenes decaen, hasta ella misma, con la pelada mojada, presenta una apariencia desoladora. Como una cortina, la lluvia es perceptible a travez de la luz de os faroles. El agua corre sobre sus rostros, disminuye las figuras, los vuelve opacos. No hay techos para protegerse salvo el escaso ramaje de los árboles.
Estarán así mojados, sorprendidos y tal vez se conmiseren de ellos mismos y entendiendo la fragilidad de sus cuerpos, renieguen de la falla de la plaza.
No se mueven, sus pensamientos siguen desarrollándose fuera de todo acontecimiento. Se arroban en ficciones, se indagan en su situación. No hay acciones posibles más que su propia lengua que aún, en lo propicio del ambiente, no surge. Saben que sus diálogos trivializarían lo desgarrado de la observación, además conocen de antemano a lo que aludirían. Ya está escrito.
Han lanzado sus proclamas cuando ella sacó desde la bolsa el pedazo de plástico que, por insuficiente, lo arrugó entre sus manos y lo arrojó al suelo.
El plástico, el plástico fue una de sus tantas ensoñaciones.



5.2............ Si el foco iluminara su pelada, se abriría con sus propias manos esos disminuidos pelos. Mostraría el casco iluminado.

si el pie se iluminara con el foco/
si el pie se iluminara con el foco nada más que lo dejaría en tiempo libre rozarse, perturbarse, hacerse uno con el pasto.

si en la costilla el foco
iluminase, si la costilla el foco iluminase se absorvería su cuero engranujado, nadie soporta sin pasión un foco en las costillas.

pero si cayese sobre sus espaldas
las innumerables curvas de su columna serían registradas por el foco.

el muslo, un fragmento apenas de su muslo
levantado, irguiendose huyendo el foco aprehendería, aunque nadie supiese que se trata de su muslo.

si ese foco el hombro apunta la articulación
una movida de su brazo pondría al hombro en movimiento, se cubriría el hombro con la mano, pondría ese impedimento al foco.

En cambio
si lumpérico orden el foco iluminase, ella perdería de inmediato su pelada, su pie, su costilla, su espalda, su hombro, su enfoque entero, todo su trabajo.

Acude al foco/ la escena
si de gemir se trata, gime de modo prolongado, engorroso, fino gemir si de gemir le
piden/ tiembla su barbilla para convencer/ copa todos los gestos del gemir -para engrupirlos-
caen los labios entornados ojos: si la caminata la escena quisiera controlar, hasta arrastrarse la prolongaría, el paso lerdo, el peso de los pies las plantas de sus pies lastimaría para conseguir
.......... esa perfecta escena, desnuda la planta de los pies, el sayo, el velo, el grueso medallón,
.......... la cúpula, el manto, las campanillas en torno a los tobillos, las panderetas en las manos,
.......... la seda, los hilos dorados, el bermellón de las mejillas, los lunares pintados en la frente,
.......... la roja boca, la corona de espinas, los dientes blancos, el laurel, l´anca mular, la bailarina,
.......... la regente ocular, la espía, la damnificada, la víctima, la libidinosa anciana, la cortesana,
.......... la tapada por gasas, lachansonnier, la muchacha inocente, la abandonada: gemiría a la
.......... vez todas las poses, caminaría copiando las escenas.

Si por film o por fotografía en el banco de la plaza la tomaran, daría cuenta en sí de los enamorados, pondría su expresión dulce sentada en un verde banco/
.......... la anciana que hay en ella tomaría su tejido
.......... el anciano que hay en ella leería
.......... el niño y su pelota sonrisa al lente que le diera, la que espera
.......... por su anhelo, mirando los bordes de la plaza
.......... el que sufre de penurias que ella porta
.......... el perseguido que hay en ella
.......... la perdida que ella es.

Si por instantánea toma el lente de la cámara la requiriese, jugaría al gesto de la mano en la rodilla/
......... una caída, atrapar cualquier cosa con la mano, sonreír, reír sin tope, estar sentada con descuido en un banco de piedra, escondida de perfil en un árbol, bajarse las faldas de un viento repentino, cubrirse con un diario la cabeza, toda esa naturalidad tan conocida.

Si el sonidista la grabara, si intentara dar cuenta de suvoz:
.......... diría parlamentos completos - énfasis y frialdad- tonos sumisos, gritos destemplados, terror acaso, enemistad o ese feliz encuentro, todos los diálogos finales/ le donaría al sonidista los últimos segundos de la escena: la muerte de la protagonista.

Pero si fuera ella la lectura, al lector se imprimiría en letras/ lineal eficacia lograría, historia matizada, titulares, toda la tipografía atravesara, papeles de diversos gramajes, prensa de avanzado modelo, todo para el lector que la leyera, en letra hasta extranjero idioma alcanzaría:
.......... inglés, frances, provenzal alfabeto o de los despreciados aymará, mapuche, para placer de los dominadores, se escribiría en los dialectos, para la erudición los carateres griegos, la lengua árabe/ quechua exótico para el eslavo/ castellano/

D´umbrales traspasaría géneros caballería/ pastoril/ picaresca/ folletín/ juglaría/ drama burgués/ panfleto/ tragedia y comedia/ experimental intento/ escritura manual/ impresa letra/ estante, biblioteca, lectura oral, recitaciones, discursos/ proclamas/
.......... grafitis
si el foco la apuntara, la cámara, el sonido, el lector, los argumentos, toda esa marcada ficción/

Si el foco, si el foco se apagara, la trama empezaría realmente.



6.1
... Imaginar un espacio cuadrado, construido, cercado de árboles: con bancos, faroles, cables de luz, el suelo embaldosado y a pedazos la tierra cubierta de césped.
Imaginar este espacio incluido en la ciudad.
Imaginar este espacio ciudadano al anochecer con sus elementos velados, aunque todavía nítidos.
Imaginar desolado este espacio.
Imaginar este desolado espacio al encenderse la luz eléctrica: el haz largado sobre la superficie.
Imaginar toda la plaza cuadrada iluminada por diferentes haces que se filtran entre los árboles.
Imaginar allí una figura cualquiera sentada en un banco con los ojos cerrados.
Imagianr a esa figura sentada en el banco con los ojos cerrados y el frío extendido con violencia, desatado.
Imaginar que esa figura es una mujer con los ojos cerrados, acurrucada para sacarse el frío, sola en la plaza.
Imaginar que esa mujer es una desarrapada en la plaza, entumida de frío.
Imaginar sus pies cruzados sobre el suelo y su cabeza enterrada contra su pecho escondiendo el rostro, con los ojos cerrados.
Imaginar los árboles mecidos por el viento dejando ver los cables de luz y en medio a la mujer ésa.
Imaginar la ciudad quieta, sin ruidos, sólo la noche pasando.
Imaginar a la mujer sentada en el banco con los ojos cerrados bajo una luz.
Imaginar la luz sobre la cabeza de la mujer.
Imaginar una luz de gran potencia sobre la cabeza inclinada de la mujer.
Imaginar su mano iluminada sobre el banco de la plaza.
Imaginar sus pies iluminados curvados sobre el suelo.
Imaginar la curvatura de su espalda.
Imaginarla curvada.
Imaginarla en otros gestos circulares.
Imaginarla encerrada.
Imaginar a la mujer con la cabeza baja para eludir una luz.
Imaginar su cuerpo enteramente curvado iluminado por una luz de gran potencia.
Imaginar su cabeza iluminada.
Imaginar su nuca brillando iluminada.
Imaginar la iluminación de sus ojos cerrados.
Imaginar sus uñas iluminadas sobre el banco.
Imaginarla sustituida bajo la luz por otra figura curvada.
Imaginar el escenario constituido por una luz de gran potencia.
Imaginar todo desarrapado bajo esa luz.
Imaginar su propio tirerío expuesto a una luz de gran potencia.
Imaginar la impresión bajo una luz.
Imaginar la extrema curvatura impresa bajo una luz.
Imaginar la extrema curvatura impresa bajo una luz de gran potencia.
Imaginar la iluminación de toda luz eléctrica.



6.2 ..... LOS GRAFITIS DE LA PLAZA



La escritura como proclama


Santiago de Chile que apareció de modo
mentiroso y con erratas le han quitado
construcciones y es por eso que los
pálidos lo acosan como a usted que se creía
protegido. Ellos están fuera de mediciones
urbanas, en otra situación, por esto es que
la belleza acabó por derrumbarse. Algo así
como el sol que los hubiese terminado por
excluir.
Pero sin embargo ésos tematizan sobre otras
fundaciones que es imposible comprender
a cabalidad, porque los lugares en que se
proponen vienen de lo más primario, de la
desinteligencia del que no conoce el
cemento nada más que en una de sus partes.








Escribió:
como la más rajada de las madonas le presté mi cuerpo tirada en la plaza para que me lo lamiera.



La escritura como desatino.

.

.Vinieron/abrieron huecos en la tierra para
construir sus edificios.
Tenían la fortaleza de los de acá asombrados
perseguían. Pobres desarrapados -el lumperío-
ansiando esa fuerza que no lograban localizar
porque sus expresiones inmutables nos inhibían
y así, con los rostros erguidos, nos pasamos una
vida hasta que nos botaron.
No nos contemplaban ya que este pensamiento
limitado no irradiaba la carátula refulgente
de lo divino. Cada edificio bordeaba el agujero
como árbol aparejado.
La belleza del concreto hacía presumir el sopor.

.

.

.

.

Escribió:
tirada en el césped le dije toda bella palabra, madona, para que no se detuviera, madona le dije radiante.




La escritura como ficción.



En todo lo onírico, permanentemente
distanciados podríamos acceder
sorprendidos a agasajos. Saltando
a la previsible primera plana como
fachadas en este desorden que
implica el cumplimiento del que
recibe honores que le son dados en
préstamos por los huecos que han
dejado los otros. Y así comparecemos
iluminados por luz eléctrica a fundar
con nuestra personal presencia el parche
y heridos, tal vez levantemos el rostro
en este paisaje retrocedidos de carnalidad
para recién entonces
enfrentar estas edificaciones que
refulgen en plena autonomía








Escribió:
me mojo de puro tormento, sí madona, me empapo.



La escritura como seducción




Mezcla equilibrada en serie saliendo
de una cavidad subterránea. Incidental
altura que choca a ras de suelo para
comenzar a ornamentar todo el espacio
develado y así impulsar a los ojos
que no habían deseado el portento,
que no habían ni siquiera ansiado
nada, hasta la funesta participación
de los sacros en esta especie de rastreo
por luz.
Edificios habitables en diámetros precisos.
Eso fue lo que obsequiaron. Por ello, cuando
hundimos la mano en la tierra la repulsión
nos golpeó en la cabeza, tal como lo señalan
las antiguas crónicas que cuelgan de las
construcciones y que no ofrecieron la
seguridad total.










Escribió:
párteme con las ramas madona, enardéceme con las hojas.



La escritura como engranaje.




Llegaron los impedimentos y los errores.
De tal modo exteriorizada su apetencia
que la sorpresa nos dejó el alma enferma,
pero aún así lo hecho superaba el lenguaje.
Qué de reparos se señalaron -quedó el
enigma- con nosotros ligeramente temblequeantes
y encadenados a los espíritus de los portentos.
Pero no se sabía que su juventud
era una falacia frente a nuestra cara
ajada por la falta de brillo, que no
contábamos con su maquillada/ sus dones/
no nos desplazábamos. Se trataba del
seguimiento a costa de transformaciones
en un suelo disparejo y recluido.









Escribió:
ma ensucia ese desarrapado madona, me mancha.



La escritura como sentencia.




Los héroes se convierten en huellas a
seguir entre los cables con simbologías
extrañas, casi leyendas. Sin preguntar
parecer alguno nos vinimos escarchados
a traspasar los ojos, repitiendo poses
arquetípicas pero sin ninguna conciencia.
La época de las fundaciones era la densa
atascada por subterráneos que invitaban
al esfuerzo cardinal/ puntos cardinales
mirando la luz que se filtraba añadiendo
un espectro más al concepto de belleza,
para ratificar la noción de cambio estético
por el mayor número de pasadas al interior
del pensamiento. Las estaciones no
desaparecieron en forma concreta. Más bien
resultaron breves a las edificaciones que
destellaron de modo absoluto. Envolvimientos
paradisíacos que a todos confundieron en
la multiplicidad de su histeria.









Escribió:
mándame al otro madona, ha sí mándame de una vez a todos los otros.



La escritura como refrote.




Entonces todo quedó adentro. Permanecimos
empotrados en estas nuevas respiraciones,
con el polvillo que consignaba la
laceración, sin configurar
de ningún modo signos negativos, sin
configurar nada en realidad. Los hacinamientos
preveían sistemas comunicativos, en los
respiraderos de esos anaqueles. Todo confluía
hacia los edificios -mente-cuerpo-pisadas
fijaban el transcurso. Llegamos homogéneos
al fin, pero distantes y sin voz. Las señas
iluminan las cabezas y ordenan llenar las
construcciones que vuelven al estado original:
páramos.
Se creaban así sistemas que requerían
prontamente de implementaciones. Uno
transformado en otro miramos la ciudad que
no asemejaba nada importante en sí, pero
que una vez puestos en la vida necesitamos
tendernos en su plataforma.









Escribió:
arrástrame hasta el agua madona, búscame el surtidero.



La escritura como evasión.




Insanamente pálidos -merodeando-
atiborrados por el miedo permanecen a la
espera de controlar el caos de la
fundación. Con sus ojos iluminados por
extensa luz nos fijamos un objetivo.
Entendemos adecuados que tanto descalabro
es consistente por la irradación aproximada
de sentido.
Para ellos, condenados, nos insisten en la
búsqueda y Santiago se desperfila en quimeras.
Va quedando poco que construir y por esto
nuestros sentidos se transfiguran para cuidar
el leve atisbo de conocimiento que perdura.
Yo misma intensamente pálida me adorno
pintarrajeada para espejearme en estos huecos,
multiplicada por estímulos cerebrales que me
sitúan al borde de un abismo que
irremisiblemente me atraerá.










Escribió:
me voy descascarando madona, es cierto, es cierto, me abro.



La escritura como objetivo.




Replegados nos sabíamos sin respuesta con
qué agradar después de tamaña empresa. Nos
miramos las manos que no tenían huellas
sobre las lineas y por eso empezamos a ser
ingrávidamente distintos. Estirados sobre
las construcciones, los cables permiten
constatar que se abren bifurcaciones
insospechadas/ la grandeza/ así la mezcla
podía extenderse para siempre, con valor
único, de modo equidistante al tiempo que
todavía no tenía medida entre tanta
concavidad. Los edificios modificaron el
cuerpo y la mirada -con ingenuidad
sorprendente- de ahí el ansia por luz
desde los hoyos revestidos por otra materia.
Partida desde lo negado a la vida y ya no
supimos vivirla de otro modo porque el
habitar era la quimera: un modo de esperanza
concluyente.










Escribió:
tal vez no vengan madona, tal vez esta noche no vuelvan.



La escritura como iluminación.




En esta ciudad reconstituida/ de opereta/
se realiza sólo la norma restringiendo
la imaginería: se extienden entonces grandes
paneles populares privadamente desmontables
y rotativos, enormes carteles grises trabados
de nombres cotidianos.
Se imaginan:
en poses distintas, literaturescas y extranjeras,
antípodas de la fundación que aún requiere de
ornamentos religiosos que irremediablemente la
desvirtúan.
Despiertan al amanecer y yo me cubro entre las
sábanas traspasadas por algo más innombrable
que el terror.












Escribió:
son palabras falaces todo esto



La escritura como burla.




Era un espejismo con claves fijas. Dopados
de tanto cemento se nos producía lucubraciones
no detenidas/ creadas las nociones de alto
y bajo: el sol dirigiendo la mezcla.
Envejecieron de tanto construir. La fiebre
remitía a formas anacrónicas/ vacíos y llenos
asolaron las miradas. No dejaron nombres
propios. Más bien usufructuaron de los
consignados por actas de nacimiento. Prevalecieron
estilos anónimos que titularon paisajes completos
en distintas zonas, a partir de huecos horadados.
La época de esas fundaciones era idéntica a la
época de las máquinas/ señales de ruidos:
festinas.







Escribió:
me encarcelan, me rebajan las palabras.




La escritura como abandono




Olvidando que hemos recorrido este país
miserable con el nombre cruzado sobre el
pecho en letras de stras, el nombre del
mismo país que nos condenó. Marginados de
toda producción, ilusamente nos separamos
para enjuiciar las fundaciones. Lo sacro
era tabla jugada en todo su espesor -no
nos inclinamos- al contrario, ahora asumimos
por pura negación un estado amorfo y
aglutinante que nos convierte en cimientos
nuestras mentes. Y de tanto protegernos la
cabeza el cuerpo quedó deteriorado.
Por la asolada, normados y transformados
comparecemos.
Tú que no me conociste entonces jamás sabrás
nada de mis verdaderos pensamientos.







Escribió:
sonpalabras transitorias madona, apenas balbuceos.



La escritura como erosión.




Desde el trazado de las calles que vienen
a abrir otras vías hundidas por los ruidos,
pero insuficientes para tanta cabeza que
aparece anterior a fundaciones de vida,
excluidas por nacimiento. Nuevas fundaciones
como llamado de atención para que los chilenos
descansen sus espaldas en esas máquinas que
alzarán en varios centímetros sus cerebros.
Nos contaron que en esas fundaciones hubo
vencedores y vencidos.
Yo digo que eso es verdad a medias: hubo
vencidos y muertos. Nada más.







Escribió:
es cierto, los cables, los árboles, los bancos, el césped, la luz eléctrica.




Escribió:
iluminada entera, encendida.







Lumpérica, de Diamela EltitEdiciones del Ornitorrinco. Chile. 1983

Fotografía portada: Lotty Rossenfeld

Fuente: http://www.letras.s5.com/Eltit1.htm y http://www.letras.s5.com/Eltit2.htm